sábado, 30 de junio de 2012

CRUEL DESTINO

ISLA DE CHURCH

              Emma contempla el mar desde la ventana de su habitación. 
              Acababa de cumplir treinta años. Se sentía vieja. 
              Hubo un tiempo en el que Emma había surcado los Siete Mares disfrazada de muchacho. 
              Hubo un tiempo en el que Emma había sido la amante del más temido corsario que jamás había existido. Un hombre que cautivó sus sentidos. Y que le destrozó la vida de todas las maneras posibles. 
              Pero aquel hombre estaba muerto. Y Emma estaba postrada en una silla de ruedas. No he de sentir pena de mí misma, pensó. Ya ha pasado todo. 
-¡Ha llegado una carta para usted, señorita!-informó la criada que entró en la habitación de Emma Nicole Ashford-¡Viene de Holyhead!
               La joven se acercó con su silla de ruedas hasta la criada. Ésta le tendió la carta.
-¿Una carta para mí?-se asombró Emma-¿Y que viene desde Holyhead? ¡Es de Robert! ¡No hay la menor duda!
               La criada se retiró.
                Emma miró la carta. Luego, la rasgó casi con ansia. Extrajo la carta del sobre. La desdobló. Empezó a leerla con nerviosismo.

               Mi querida Emma:

              Espero que estés bien. 
              He llegado a Holyhead, como ya sabes. Es un lugar realmente hermoso. 
             Madre está decidida a verme casado de nuevo. 
             Como ya sabes, tengo que cumplir con mi deber. He de procurar un heredero para el condado de Maredudd. 
             Espero que no estés pensando en el pasado. Trata de olvidar todo lo vivido, Emma. 
             Christopher está muerto. 
             Eres una mujer libre. Dirás que me estoy burlando de ti. No me estoy burlando de ti, querida prima. Te estoy diciendo la verdad. 
            No volverás a sufrir por ese desgraciado. ¡Qué Dios me perdone por alegrarme de la muerte de otro ser humano! Tú lo viste bailando en la horca. Lo mismo que yo...Nunca te pidió perdón por todo el daño que te hizo. 
              Es curioso. Nos enamoramos de las personas que más daño nos hacen. Yo amé sinceramente a Paula. Pero ella estaba conmigo por mi dinero. 
            Y tú te enamoraste de un hombre que sólo vio en ti un reflejo de la zorra de mi tía. Perdóname que hable así de tu madre, pero es la verdad, Emma. 



              Los ojos de la joven se llenaron de lágrimas. Echaba de menos a Robert. No sólo era su primo. También era su mejor amigo. Había algo en él que le recordaba mucho a su querido Allen. Debí de haberme enamorado de él, pensó Emma. Habría sufrido menos.

              No te puedo ocultar nada, Emma. Vas a pensar que me he vuelto loco. Pero madre tiene razón. Soy conde. Y tengo que cumplir con mi deber. No tengo un heredero. Y he de buscar a la mujer adecuada con la cual casarme. 
              Ya sabrás la noticia. He conocido a una joven aquí, en Holyhead. Y he de confesarte que me siento muy atraído por ella. Podría ser una digna condesa de Maredudd. De momento, he empezado a cortejarla. Quiero conocerla mejor.

                ¿La amas?, quería preguntarle Emma.
                 Se acercó con su silla de ruedas a la ventana.

                ¡Margaret y tú tenéis que conocerla! No puedo decir otra cosa de ella más que elogios. Se llama Mary Wynthrop. 
                 Es pelirroja. Me recuerda mucho a tía Annabelle. 
                  Pero no se parece en nada a ella, te lo puedo asegurar. Hay mucha dulzura en sus ojos. Parece un animalillo asustado. Madre dirá que es una vieja solterona. ¡Lo dudo mucho! Tiene veintiocho año. Si Mary es vieja. ¿Qué seré yo? Tengo treinta y dos años, Emma. No soy precisamente un niño. 
                 Podría llegar a amarla. Debería de darme la oportunidad de ser feliz. Tú también tendrías que hacerlo, querida prima. Ser feliz. Olvidar el pasado. Y tratar de vivir. Creo que te lo mereces. 
               Mary es maravillosa. Y muy dulce, además. 

               Hacía frío aquella tarde. La misma criada que le había traído la carta a Emma había puesto el brasero encendido en la habitación de ésta. Un agradable calorcillo la inundaba.

              Esto va en serio, Emma. Acabaré casándome con Mary. 
              Será una buena esposa. Y creo que sería también una magnífica condesa. Seremos felices. Ya lo verás. 
              Es imposible encontrar a alguien mejor que Mary. Nunca me han importado los títulos. 
              No me gusta hablar de dotes. Tengo mucho dinero. No necesito una esposa rica, prima. 
              Te caerá bien. Acabarás cogiéndole cariño cuando la conozcas. Es imposible que le caiga mal a alguien. Mary es maravillosa. Le he escrito a madre y a Margaret hablándoles de ella. Aún es muy pronto para ver lo que va a pasar. Pero espero y rezo para que todo salga bien. Cometí un terrible error en mi primer matrimonio. Ahora, lo veo claro. Casarme con Paula fue un terrible error. Y lo he pagado caro. Pero yo la amaba. Una parte de mí la sigue amando. No he de ser un idealista, como lo fui cuando me casé con Paula. Tengo que pisar La Tierra. Necesito engendrar un heredero. ¡Qué frío suena! Y Mary Wynthrop podría ser la mujer adecuada. No sólo para ser mi esposa. Sino también para ser la madre de mi hijo. 

                 ¡Por el amor de Dios!, tenía ganas de gritar Emma. ¿Acaso Robert iba a depender el resto de su vida de la opinión de su tía Camille y de su prima Margaret? Emma pensó que ella no había necesitado nunca la opinión de nadie.
              Miró con pesar sus piernas inmóviles. Robert fue el que delató a Christopher cuando supo que había sido él que la había dejado inválida.
               Emma quería pensar que había sido un accidente. Ella y Christopher estaban discutiendo a gritos. Él la golpeó. Y ella cayó rodando por las escaleras. Durante semanas, su marido se desentendió de su estado. Pero Emma quería pensar que se debía a la culpa. Siempre encontraba un modo para justificar sus malos tratos. Sus golpes...Sus insultos...Sus abandonos...Se culpaba así misma por ser la hija de la mujer que le traicionó. Por haber sido tan amiga de Allen. Por haber nacido.

                  Estoy empezando a querer a Mary.

 

              ¿Y qué pasa con el amor?, pensó Emma. ¿Acaso Robert estaba condenado a vivir sin amor? Igual que ella...Igual que Margaret...
               Se acercó a su escritorio.
             Había varias hojas encima del escritorio. El tintero estaba casi vacío. Hace mucho que no escribo, pensó Emma.
             Mojó la pluma en el tintero. Decidió que le escribiría una carta a Robert. Su primo debía de conocer lo que ella opinaba con respecto a aquella locura.
             Para Robert, era mejor casarse sin amor que experimentar lo que era el amor. Ignoraba si Margaret había estado alguna vez enamorada. Pero ella sí había amado a Christopher. No era un amor puro y maravilloso. Se trataba de un sentimiento salvaje. Pero, al mismo tiempo, retorcido. Sufría al estar con él, pero sufría cuando él no estaba. Se preguntaba si el riesgo valía la pena.
           Emma escribió:

            Te ruego, querido primo, que pienses bien lo que vas a hacer. Tienes que hacer lo que consideres que te hará feliz. 
             Recuerda que el matrimonio es para toda la vida. 
             Quiero pensar que Christopher sí me amaba. Es el único pensamiento que me consuela. Aún cuando sé la verdad. Que estuvo en otros brazos. Que estoy postrada en esta silla de ruedas por su culpa. Si pienso en lo que realmente pasó, que Christopher nunca me amó, me volveré loca. Me estoy aferrando a un absurdo, Robert. Pero necesito ese absurdo para continuar cuerda. Aunque la prima Margaret diga que estoy loca. Una persona que le hace daño a otra no la ama. Tiene razón. 
             No renuncies al amor, Robert. Lo pasado tiene que quedar en el pasado. Tienes que enterrarlo. Y seguir con tu vida. Y hay que tratar de olvidar todo el sufrimiento padecido. En realidad, el pasado no se olvida. Pero tienes que seguir adelante. No te niegues la posibilidad de abrir de nuevo tu corazón al amor.
           Me dirás que yo no hago lo mismo. Piensa un poco. ¿Qué hombre va a querer a una mujer que está en silla de ruedas? Soy una mujer marcada por mi pasado. Mi estado así lo demuestra. Me maldito una y otra vez por haberme enamorado de Christopher. ¿Amé a Christopher? Ya no lo sé, primo. 
                 No quiero que sufras de nuevo. Pero, a lo mejor, encuentras a alguien que te quiera de verdad. Es sólo cuestión de seguir buscando. 


viernes, 29 de junio de 2012

CRUEL DESTINO

              Aún no se lo creía.
             El destino no podía ser tan generoso con ella. Sarah vivía en una nube. Estaba flotando.
             Sabía que podía caer al suelo en cualquier momento. Pero no quería pensar en eso. Quería disfrutar de aquel momento de alegría.
-Sarah...-la llamó su hermana Katherine.
           Sarah se había acostado ya en la cama. Era ya algo tarde.
-¿Qué ocurre?-inquirió.
            El corazón empezó a latirle muy deprisa. Tuvo la sensación de que Katherine estaba tramando algo. O había hecho algo. No se equivocó en absoluto.

                  Mi queridísima Sarah:

                 No sé por dónde empezar. Me siento ridículo. He escrito miles de notas. 
                 Sin embargo, esta carta es distinta.
                Me tiemblan las manos. 
                Todo lo que escriba podría sonarte falso. Ya sabes cómo soy. No quieres alejarte de mí. Y soy tan egoísta que no quiero alejarte de ti. 
              Nunca he rezado. Pero he empezado a rezar. ¡Qué Dios tenga piedad de nosotros dos! De ti... Y de mí...Sarah...No sé qué hacer. Pero quiero verte de nuevo. 
               Nos vemos en el parque a las seis. Será mañana por la tarde. Yo te estaré esperando. Te ruego que no faltes.
              No sé lo que me pasa. No sé lo que me has hecho. Siempre he sido hombres de muchas mujeres. Sin embargo, empiezo a pensar que eso ya no podrá ser nunca más. Soy tuyo, Sarah. 
              Y quiero ser tuyo siempre. 
              Darko. 

             ¡Bendito fuera el corazón de Katherine! Sarah releyó varias veces aquella nota. ¿Estaba siendo sincero Darko con ella? No quiso dudar de él.
-He visto a tu amado-le dijo-Y me ha dado esto para ti.
              Le entregó la nota que le había dado a Sarah.
-¿En serio lo has visto?-se asombró la joven-¿Y has estado hablando con él?
-Da miedo verle-sonrió Katherine.
              Sarah devoró con ansia cada una de las letras que había escritas en aquella nota. Alzó la vista y se topó con la mirada sonriente de Katherine.



             Ahora, Sarah estaba sentada en un banco del parque.
             Esperaba con ansiedad la llegada de Darko. Pero parecía que éste se estaba retrasando un poco. Katherine la acompañó hasta el parque. En casa, pusieron la excusa de que iban a encargar telas con las que les confeccionarían vestidos nuevos. En el caso de Katherine, esto era verdad. Quería tener vestidos nuevos para lucirlos ante Stephen. Sarah estaba empezando a ponerse nerviosa. Miraba de un lado a otro, pero parecía que Darko no iba a venir. ¿Y si le había pasado algo? Estaba segura de que él jamás le mentiría.
Entonces, cuando estaba a punto de levantarse e irse a buscar a Catalina para regresar a casa, apareció Darko.
            Sarah quiso llorar al verle. Había pensado que él no iba a venir y se sentía como una tonta. ¿Cómo pudo dudar de él?
-¡Has venido!-se asombró.
-No podía dejar de venir-le aseguró Darko.
            La besó con fuerza en la boca.
-¿Has venido tú sola?-quiso saber Darko.
            Empezaron a caminar por el parque.
-Me ha acompañado una de mis hermanas, Katherine-contestó Sarah-Pero ella no está aquí.
-¿Y dónde está?-inquirió Darko.
-Ha ido a encargar tela para hacerse nuevos vestidos-Sarah se colgó de su brazo. Apoyó su cabeza en el ancho hombro de él-¡Quiere estar guapa para su amado!
-¿Tiene un amado?
-No sé si lo conocerás. Se llama Stephen Winter. Nuestros padres no aceptan su relación. Él es...Bueno, él fue su profesor de piano. Se enamoraron. Katherine quiere estar con él y quiero ayudarla. Y ella sabe lo nuestro.
-¿Lo sabe?
-Sí. Y ha prometido que nos va a ayudar.
              Pasaron por delante de una pareja de enamorados que estaban sentados en un banco y que no se atrevían ni a mirarse porque estaba con ellos la dama de compañía de ella.
            Sarah besó a Darko en la mejilla.
-Cathy es de total confianza-le aseguró.
-¿La joven con la que hablé ayer es tu hermana?-le preguntó Darko-No me quiso decir quién era, excepto que venía en tu nombre.
              Un niño estaba jugando al diávolo ante la mirada atenta de su niñera.
-Ésa es Katherine-respondió Sarah-Dice que la asustaste.
-Entró en la taberna en la que estaba reunido con unos amigos-recordó Darko.
-Cathy es una chica tranquila y serena. Pero estoy descubriendo una faceta suya que me sorprende. ¡Es una loca temeraria!-Sarah se echó a reír.
-Se acercó a la mesa en la que estaba sentado. Me dijo que venía en tu nombre. Me entregó una nota. No se fue de allí hasta que no escribí la contestación. Es una joven agradable.
-¡Sabía yo que te caería bien!
-La invité a que tomara una cerveza conmigo.
             Sarah soltó una risita. Casi podía imaginar a su hermana en la taberna rodeada de hombres brutos. Sin perder el control. Muy tranquila...Como ella era. Sonriendo de un modo casi angelical. Era imposible resistirse a ella.
-¡Oh, Darko!-se rió-¡Qué malo eres! Cathy no bebe. Ni vino ni cerveza. Es toda una señorita.
-Lo sé-admitió Darko.
-¿Y no se ofendió?
-Se echó a reír. Me recordó mucho a ti.
            Un matrimonio estaba paseando a su hijo de escasos meses en su cochecito. Sarah miró con ternura a la pareja. Podríamos estar Darko y yo dentro de un año paseando así a nuestro hijo, pensó.
           Dos caballeros jóvenes, de unos treinta años, estaban paseando por el parque y hablaban de manera animada. Sarah pensó que el parque estaba más vivo que nunca. Y todo es porque estoy con Darko, pensó. El Sol brillaba en lo alto del cielo. Un cielo azul intenso...Ni una sola nube lo cubría. Los pajarillos volvían a posarse en las ramas de los árboles y cantaban. Los niños reían y jugaban.
-Cuando veas a Cathy, ya sabes cómo es y ahora sabes quién es, habla con ella-le sugirió a Darko-Es mi hermana. Y también es nuestra aliada. Piensa que estás hablando conmigo.
-Lo dudo mucho-apostilló el hombre.
-¿Por qué dices eso?
                Darko la besó en la frente.
-Katherine será tu hermana-le dijo-Pero te voy a decir una cosa. Ella es guapa. Pero tú eres la mujer más hermosa que jamás he conocido.
-¡Oh, Darko!-se emocionó Sarah-¡Qué cosas dices!
             Sonrió. Lo abrazó con fuerza. Se sentía capaz de enfrentarse al mundo con tal de estar al lado de aquel hombre. Todo nos va a ir bien, pensó. Katherine nos apoya. Y nos queremos. Antes o después, mis padres acabarán por entenderlo.
-Lo único que lamento es el tener que irme-se sinceró Sarah-Quiero pasar toda mi vida así. Contigo.

jueves, 28 de junio de 2012

CRUEL DESTINO

             El baño le sentó bien a Katherine.
             La joven permaneció un largo rato metida dentro de la bañera.
            Se restregó con fuerza todo el cuerpo con la esponja. Tenía la sensación de que hacía siglos que no se bañaba.
               Las señales de los cortes hechos con el cristal del espejo apenas se veían. Katherine contempló las diminutas señales. Por suerte, ya no tenía que llevar las muñecas vendadas.
             Erika le lavó el pelo. Frotó el cabello de Katherine con vigor y usando jabón.
-Cierre los ojos, señorita-le indicó la doncella.
              Tiró varios cubos de agua sobre la cabeza de Katherine.
-Ya está-anunció la doncella-Ya puede salir.
-Espero no haberme quedado ciega-bromeó Katherine.
             Salió de la bañera. Se secó con la toalla que le tendió Erika. Se puso una bata.
             Se sentó delante del tocador. Erika le cepilló el pelo hasta que se lo dejó seco.
-Ya parece otra-comentó-Parece usted la de siempre. La de antes...Digo. Miss Katherine...
              La aludida sonrió con timidez. Volvía a ser la misma Katherine Wynthrop de antaño.
              Quería pensar que todo iría bien. Stephen y ella volverían a verse.
              Estarían siempre juntos. Se amaban. ¿Por qué no podían estar juntos?
              Era algo que Katherine no entendía. Tenían derecho a ser felices.
              Katherine se puso la ropa interior mientras Erika abría la puerta de su armario. No sabía qué vestido ponerse y no era capaz estarse quieta.
-La veo muy nerviosa, señorita-observó Erika-Pero la veo más animada que en días anteriores. Me alegro mucho por usted.
             Katherine se asomó a la ventana. ¿Dónde se habría metido Sarah?, se preguntó.
             Suya fue la idea de escribir una nota. Se la entregaría a él. Escribió aquella nota. Katherine le contó dónde podía encontrar a Stephen Winter. Sarah salió a buscarle. Ya había pasado un rato desde que salió.
            Katherine escribió en aquella nota:

            Mi amor...
           Tu ausencia me está matando. 
           Dudo de todo. Dudo hasta de tu amor. No sé nada de ti. 
           No puedes venir a verme. Pero yo sí puedo ir a verte. Quiero salir de dudas. Quiero saber si me sigues amando. 
          Porque yo no puedo dejar de quererte. ¡Acaba con mis dudas! ¡Dime si sigues enamorado de mí! ¡Quiero saberlo! 
           Dime dónde y cuándo podemos vernos. Yo estaré allí. 

           Finalmente, Katherine se decantó por un vestido de color azul marino que le sacó Erika. Ya no era ninguna jovencita y tanto ella como sus hermanas solían vestir con colores marrones y azul oscuro. Erika ayudó a Katherine a ponerse aquel vestido. Era uno de los vestidos más bonitos que la joven tenía. Erika reprimió la envidia que sentía. Las hermanas Wynthrop eran auténticas beldades. En aquel momento, se oyó abrirse y cerrarse la puerta de entrada. El corazón de Katherine dio un vuelco.
            Es Sarah, pensó.
            Regresaba de la pensión. No le había costado trabajo encontrarla. Llegó a la calle en la que se encontraba la Iglesia. Preguntó por la pensión. Se lo dijeron. Y la dueña de la pensión le dijo que allí se hospedaba Stephen Winter. En un cuarto que tenía en el primer piso. Sarah subió a hablar con él. Le dijo que venía en nombre de Katherine y le entregó la nota.
             Oyó cómo subía alguien apresuradamente la escalera. La sospecha de Katherine se confirmó cuando Sarah entró en su habitación sin llamar.
-Erika, puedes retirarte-le dijo a la sirvienta-Yo me encargo de cepillar el pelo a miss Cathy.
-Sí, señorita-asintió Erika-Con permiso.
           Erika salió de la habitación discretamente. Pero percibió algo extraño en el ambiente. Los ojos de Katherine brillaron con nerviosismo cuando se posaron en su hermana. Aquí pasa algo, pensó Erika. Debía de decírselo a alguien, pero no se atrevía. Una sospecha se adueñó de su corazón.
           Erika entró en la cocina. Vio a la cocinera trocear la carne de buey que había comprado para la cena. Era una mujer de campo, como la propia Erika. No había ido nunca al colegio. No sabía leer. Pero tenía buena mano con la cocina. Llevaba trabajando ya varios años para la familia Wynthrop. Nunca había tenido queja de ellos. La criada se dejó caer en una silla.
-Tienes mala cara, niña-observó la cocinera.
           Descargó el hacha de cocina sobre la carne.
          No voy a hablar, decidió Erika.
          De todas maneras, no podía confirmar nada.
-¿Cómo ves a miss Katherine?-le preguntó a la cocinera.
-La veo bien-respondió la mujer.
             Era una mujer de estatura media y rolliza. Al igual que Erika, era soltera. Y no tenía familia. Le gustaba trabajar en aquella casa, pero la consideraba un poco sombría.
-¿No le notas tú algo raro?-insistió Erika.
            La cocinera se encogió de hombros. A decir verdad, no se fijaba mucho en cómo estaban o dejaban de estar las hijas de los señores.
            Ella se limitaba a cumplir todo lo que le ordenaban con la mayor diligencia posible. Mister Wynthrop era el que le pagaba. Y mistress Wynthrop era la que le daba las órdenes. Las hijas eran sólo meras sombras en las que ni siquiera se fijaba. Tres solteronas aburridas y fuera de lugar. Parecían no encajar en ningún sitio. Con la excepción de la hija mediana...Que viajaba mucho a Llangefni. Las otras dos...Nada... Así era como lo veía ella.
-Ha estado enferma estos días-dijo la cocinera.
-Padece mal de amores-comentó Erika.
-Los males de amores son como la gripe. Parece que no se van a ir nunca. Pero acaban yéndose.
-No es tan fácil como lo describes.
              El hacha de cocinera volvió a golpear la carne de buey. Erika odiaba comer carne de buey. Odiaba vivir en aquel lugar.
             A veces, se sentía tentada a abandonarlo todo. Quería regresar a su casa en la campiña. Pero no se atrevía. No tenía dinero y ningún hombre querría casarse con ella. Descubriría que no soy virgen y me repudiaría, pensó con terror.
              Ningún hombre decente la querría como esposa. Erika sintió cómo un escalofrío recorría su columna vertebral.
-Las señoritas son ya mayorcitas-opinó la cocinera-Se van a secar por dentro si no se casan cuanto antes y tienen críos. Tendrían que haberse casado hacía ya mucho tiempo. Pero no lo han hecho. Y están como perras en celo buscando un varón que las monte.
-¡Por el amor de Dios!-se escandalizó Erika-¿Cómo se te ocurre hablar así de las señoritas?
-Porque es la verdad. No es normal que una joven de su edad esté soltera. Miss Mary, por ejemplo. Tiene veintiocho años. ¿Conoces a alguna joven de esa edad que permanezca soltera? No, ¿verdad? Y está rara. Parece que está en otra parte. Nadie lo nota. Pero yo sí lo noto.
-Son carne de cañón para que se les acerque cualquier indeseable.
-No les buscan. Pero lo desean. Tanto tiempo sola no es bueno ni para una mujer ni para un hombre, niña.

-¿Lo has visto?-le preguntó Katherine a Sarah.
-He hablado con él, pero apenas unas pocas palabras-respondió Sarah.
-¿Qué te ha dicho?
           Sarah sonrió. Abrió su bolso. Extrajo de él un pequeño papel. Katherine se lo arrebató. Leyó con nerviosismo lo que ponía en él.



               ¿Cómo puedes dudar de mi amor, Cathy? 
               Cuando he recibido tu nota, he creído que me iba a desmayar de alivio. 
               Durante días, he intentado verte. Saber de ti. 
               Me he presentado muchas veces en tu casa. No he podido saber razón alguna de ti. He deseado morirme porque creía que te había perdido para siempre. No dudes nunca de mi amor por ti, Cathy. Eres lo más hermoso que me ha dado la vida. 
             Te amo. ¡No veo la hora de volver a verte! Querida mía...No volveremos a separarnos. ¡Te lo juro! 
               Te espero en los menhires a las cinco de la tarde. Ven, por favor. Te extraño, Cathy. 
               No faltes a la cita. ¡No veo la hora de abrazarte de nuevo! De saber si sigues amándome. Nunca he dejado de amarte. No pierdas la fe en mí. Me moriría. 

              Con la excusa de que Katherine necesitaba tomar el fresco y que ella la acompañaría, Sarah logró sacar a su hermana de casa sin levantar sospechas. Al contrario. Sus padres parecían estar contentos. Se alegraban de ver a su hija menor de nuevo contenta.
-¡Oh, Sarah!-exclamó Katherine-¡Estoy deseando ver de nuevo a Stephen!
-Me alegro de que estés de nuevo contenta-opinó la aludida.
-¡Soy tan feliz! Yo te ayudaré con Darko.
-Te lo agradezco mucho, Cathy.
Acordaron que Sara permanecería escondida detrás de un menhir. Así, Catalina disfrutaría de más libertad a la hora de poder estar con Stephen. Sarah vio a un hombre alto y bien formado sentado dentro del círculo. El corazón de Katherine empezó a golpearle con fuerza dentro del pecho.
-¿Es ése mister Winter?-inquirió Sarah.
-Déjanos solos, por favor-le pidió Katherine.
           Sarah se escondió detrás de un árbol. Yo te ayudo, tú me ayudas, pensó.
            Vio cómo su hermana se acercaba poco a poco a aquel hombre. Casi podía verla contener el aliento. Vio al hombre ponerse de pie al escuchar los pasos que se acercaban. Se dio la vuelta y el corazón de Sarah se conmovió al ver la expresión maravillada de su rostro.
-¿Cathy?-inquirió.
             No se lo podía creer.
-Hola, Stephen-lo saludó la joven.
-¡Cathy!-exclamó él.
             Parecía estar feliz de verla.
-¡Estoy aquí!-sonrió Katherine con nerviosismo.
            Sus ojos se llenaron de lágrimas de felicidad al poder estar al lado del hombre al que amaba.
-Pensé que no ibas a venir-afirmó Stephen.
-¡Pues te equivocaste!-replicó Katherine.
          El uno se arrojó en los brazos del otro. Stephen llenó de besos el rostro de Katherine. Los dos se fundieron en un fuerte abrazo. Se besaron muchas veces. Se besaron de manera apasionada.
Sarah intentaba no mirar. Pero les oía besarse. Susurrarse palabras de amor. Hacerse juramentos de amor eterno.



              Besos cargados de intensidad...Stephen asaltó con su boca la boca de Katherine y ella se dejó llevar.
-¿Has venido sola?-le preguntó.
-Mi hermana está paseando por aquí-respondió Catalina-Pero no nos molestará.
            Volvieron a besarse con auténtica avidez. Es una repetición de mi historia con Darko, pensó Sarah. Un amor prohibido...
-Te raptaré-le prometió Stephen a Katherine-Nos fugaremos a Gretna Green. Nos casaremos.
-Viviremos en Escocia-soñó ella-Tú vestirás un kilt.
-Estarías guapísima con un kilt. Futura mistress Winter...
             Se besaron una vez más. Había mucha pasión contenida en aquel beso. Katherine quería retener en sus labios el sabor de los besos de Stephen. Quería apoderarse de su boca. Beber de su saliva. Enredarse con su lengua. Disfrutar de sus besos. De sus labios que se posaban sobre los de ella.
-He pensado mucho en ti-afirmó Stephen-He intentado verte muchas veces. Pero no he podido. Un hombre me echaba del jardín. Me decía que no era bienvenido a su casa. Era uno de tus criados. Lo mandaba tu padre. Quería estar contigo. Necesitaba estar contigo.
-Mi padre no podrá evitar que estemos juntos-le aseguró Katherine-No evitará que yo sea tuya y que nos casemos.
-Cariño...
              Stephen besó el dorso de la mano de la joven.
             Katherine pensó que estaba viviendo un sueño. Si eso era verdad, no quería despertar bajo ningún motivo porque Stephen estaba de nuevo a su lado.
-Sé que no soy digno de ti, Cathy-se sinceró el hombre-Pero quiero que vivas como una Reina. Porque te lo mereces. Quiero que tengas vestidos bonitos. Y que vayas a todas las fiestas. Y que tengas un carruaje tirado por briosos corceles.
-Eso no me importa-insistió Catalina-Sólo me importas tú. Que estamos de nuevo juntos.
No había nadie más en los menhires y a Sarah no se la veía de lo bien escondida que estaba. Katherine nunca le estaría del todo agradecida a su hermana por la ayuda que le estaba prestando. Ya encontraría la manera de ayudarla a verse con Darko. Katherine le buscaría. Hablaría con él. Le diría lo mucho que Sarah lo quería.
          Casi podía percibir la presencia de los antiguos dioses celtas que habían acudido al círculo para bendecir la unión de aquella pareja.
              Los ojos de Katherine brillaban de un modo que Sarah jamás había visto.
             Stephen admitía para sí muchas cosas.
             La inocencia de Katherine había derribado sus defensas. Ella había llegado a su corazón cómo nunca antes había llegado a él una mujer. Había pensado mucho en ella durante aquellos días. Había deseado verla. Necesitaba sentir el sabor de aquellos besos que Katherine le daba, aquellos besos cargados de ingenuidad. Por su vida habían pasado algunas mujeres, pero ninguna le había marcado tanto como Katherine Wynthrop.
-¿Cuándo volveremos a vernos?-le preguntó ella.
             Stephen la besó en la frente.
-Te enviaré una nota por mediación de tu hermana-respondió-En ella, te diré dónde y cuándo nos veremos de nuevo.
-Puedes confiar totalmente en Sarah-le aseguró Katherine-Ha sido idea suya que nos hayamos podido encontrar hoy. Me está ayudando mucho.
             El Sol había salido.
             Katherine lo interpretó como una buena señal. Escuchaba cantar a los pajaritos que estaban posados en las ramas de los árboles cercanos al círculo. De pronto, todo le parecía más vivo. Escuchó el murmullo de las olas. Todo seguía su curso.
            Cogió las manos de Stephen y se las besó.
-Te amo, Cathy-le confesó Stephen.
-Yo también te amo-corroboró la joven.
-Es algo que no me deja vivir tranquilo. Como si me estuviera quemando por dentro. Así es como me siento ahora, que estoy contigo. Pero ese ardor es más intenso cuando estoy alejado de ti. Me atormenta y no me deja en paz. Pero quiero vivir así. Porque tú eres mi razón de ser, mi bella Cathy. Sé que tengo un pasado. Sé que he cometido errores.
-Eso no importa.
-Pero quiero hacerte feliz. Tú eres lo mejor que me ha pasado en esta vida. Tú eres lo que hace que me levante por las mañanas.
             Katherine no cabía en sí de dicha. Ya nada le importaba porque Stephen la amaba. Y eso era lo que de verdad le importaba.
-He creído morir durante todos estos días que he estado sin verte-se sinceró ella-He vivido en un Infierno y he deseado morir antes que perderte. No quería seguir viviendo porque me faltabas tú. Creía que nunca más estaríamos juntos. No venías a buscarme y pensaba que no me querías. Me dolía el corazón porque lo tenía roto. Ahora, mi corazón baila de alegría porque estoy de nuevo contigo.
              Katherine Wynthrop era una persona especial para Stephen Winter. Su inteligencia lo desarmaba. Como también lo había desarmado su ingenuidad.
           Nunca había pensado en casarse. Pero la idea del matrimonio empezaba a parecerle atractiva. Quería convertir a Katherine en su mujer.
            Una vez casados, ella sería suya en todos los sentidos. Nunca la dejaría ir. Pero, entonces, Katherine rompió el encanto de aquel momento. Se estaba haciendo tarde. Ya tenía que irse.
-Estaré esperando con ansia tu nota-le aseguró.
             Se abrazaron con fuerza y se dieron un beso largo y apasionado a modo de despedida.
              Katherine no quería irse de allí. No quería separarse de Stephen. Aún no...
-Te escribiré lo antes posible-le prometió él.
-Te amo-le dijo ella.
            Katherin se alejó despacio del lado de Stephen.
-Pensaré en ti-le aseguró el hombre.
-Soñaré contigo-afirmó Katherine.
-Me siento vacío al ver cómo te alejas.
-A mí me pasa lo mismo.
          Sarah asomó la cabeza por el árbol tras el cual se había escondido. Katherine se acercó a ella con el rostro radiante. La abrazó con fuerza y le dio las gracias. Nunca antes se había sentido tan feliz.

miércoles, 27 de junio de 2012

CRUEL DESTINO

            A la mañana siguiente, Sarah se despertó feliz. Quería paladear aquella dicha de manera eterna.
            Estaba canturreando cuando Erika entró en su habitación. Frunció el ceño al verla canturrear. Incluso, parecía estar ejecutando movimientos gráciles a modo de baile. El rostro de Sarah era la viva imagen de la felicidad.
-Cualquiera que la vea, señorita, dirá que está loca-le espetó Erika.
-¡No me importa!-exclamó Sarah-¡No sabes lo contenta que estoy!
-¿Por qué, señorita?
-No te lo puedo decir. Es un secreto. Pero no tardarás en enterarte.
-Me lo imagino.
             Erika vertió una jarra de agua fría en la jofaina. Oyó la risa de Sarah.
             Fue a sacar un vestido del armario.
-¡Quiero un vestido bonito!-exclamó Sarah-No quiero vestir de oscuro.
              Erika frunció el ceño.
              Sospechaba que algo raro había ocurrido la noche antes. Pero no podía adivinar qué era.
-Dese prisa, señorita-le instó.
               Odiaba verla tan feliz.

             Durante los días siguientes, Sarah vivió en una nube. Mientras, Katherine seguía sin dar muestras de recuperación.
             Y eso era algo que tenía a todos preocupados.
              Había cambiado.
              Katherine no quería ni pensar en lo que sería de su vida.
              Erika se lo había contado.
-Sus padres están pensando en buscarle un marido y casarla con él-le comunicó.
             Me buscarán un marido, repitió Katherine para sí. Me obligarán a que me case con él.
            Quería estar sola. No hablaba con nadie. Ni con sus padres. Ni con sus hermanas. Creía odiarlas. Sobre todo, creía odiar a Mary por haberla delatado. No soportaba su presencia.
            Y la alegría de Sarah era algo que la superaba. Varias veces la vio en el jardín. La escuchaba cantar mientras se inclinaba a cortar unas cuantas rosas. Decía que el salón le parecía triste. Que había que cambiar las rosas del jarrón que había encima de la mesa y poner rosas frescas.




                Una mañana, fue Sarah la que decidió llevarle la bandeja con el desayuno a Katherine. Le costó trabajo convencer a su hermana para que le abriera la puerta.
-Los huevos se van a enfriar-insistió Sarah-Lo mismo que el bacon.
              Al final, cuando estaba a punto de irse, la puerta se abrió. Sarah entró en la habitación, que estaba sumida en la penumbra.
-Abriré un poco la ventana-comentó.
-¡No quiero que abras nada!-replicó Katherine-No tendrías que haber venido.
            Sarah depositó la bandeja del desayuno encima de una silla. Luego, fue a abrir la ventana y entró un poco la luz en la habitación de Katherine. Ésta se cubrió la cara con las manos al sentirse deslumbrada por la luz.
             No tenía ganas de comer. Katherine llevaba el pelo enredado de no cepillárselo desde hacía días. El mismo tiempo que llevaba puesto el camisón.
-Vas a comer-decidió Sarah.
            Troceó un poco de bacon, lo pinchó con el tenedor y obligó a Katherine a abrir la boca para metérselo.
-Por favor, Cathy-le pidió Sarah-No quiero que acabes enfermando.
           Partió un poco de pan tostado, lo mojó en el huevo y lo metió dentro de la boca de Katherine.
-Mastica-le indicó-Te puedes atragantar.
-¡Me da igual!-casi gritó Katherine.
-A mí no me da igual. Eres mi hermana, Cathy. No quiero perderte. No quiero que te pase nada malo.
              La obligó a beber un sorbo de café. Ya estaba servido en una taza de porcelana. Katherine escupió el café. Sarah le limpió la cara con un pañuelo.
-Te vas a sentir mejor cuando hayas desayunado-apostilló la joven-Luego, le diré a Erika que venga aquí. Te buscará un vestido bonito. Te recogerá el pelo en unos tirabuzones. Y saldremos a dar un paseo. Hoy hace un día espléndido. Te vendría bien tomar un poco el Sol. Estás muy blanca. Eso es malo. Te conviene salir.
-¡No quiero salir!-rechazó Katherine.
              Sarah elevó la vista al cielo. Durante unos segundos, se puso en la piel de Catalina.
              Su hermana había reaccionado mal a su separación.
               ¿Y si a ella la separaban de Darko? Eso no iba a pasar. Darko estaba enamorado de ella. Era un hombre lleno de buenos sentimientos. Sus padres acabarían entendiéndolo.
-Necesito ver a Stephen-anunció Katherine-No lo he vuelto a ver desde aquel día. Cuando...La...La víbora de Mary nos sorprendió besándonos en el jardín.
-Padre te matará si intentas escaparte de casa para ir a verlo-le recordó Sarah.
               Stephen Winter era el hombre del que Katherine se había enamorado. Su profesor de piano...El primer hombre que la había besado. Y Sarah sabía lo que era enamorarse del hombre menos indicado.
-Tú nunca has estado enamorada, Sarah-le recordó Katherine.



            Sarah se preguntó si había llegado el momento de hablar. Llevaba varios días pensando en ello. Tenía que confiarse a alguien.
             Katherine estaba enamorada de mister Winter. Ella sabría entenderla.
             Se pondría en su situación. No la censuraría. Sarah respiró hondo. La única que lo sabía era Erika. O, al menos, sospechaba algo.
               Pero no se fiaba de ella.
             Había algo en Erika que la hacía desconfiar.
             Katherine era distinta.
             Era su hermana menor. Podía confiar en ella.
             Miró fijamente a Katherine. Se preguntó si podía confiar en ella. Y decidió que valía la pena correr ese riesgo.
-Necesito contarte una cosa, Cathy-dijo-Si tú me ayudas, yo te ayudo. Haré que te veas de nuevo con ese hombre, si es eso lo que quieres. Pero tienes que hacer algo por mí. Júrame que no le vas a decir a nadie nada de lo que te voy a contar. Ni a padre. Ni a madre. Ni siquiera a Mary...
-Me llenas de curiosidad-dijo Katherine-¿Qué ocurre? ¿Qué pasa? Espero que no hayas cometido una locura.
               Sarah negó con la cabeza. Pensó que iba a cometer tal locura antes o después. Su amor por Darko la cegaba.
-Tienes que jurármelo-le instó a su hermana-Por favor...
-Te lo juro-dijo Katherine-Me tienes en ascuas. Dime. ¿De qué se trata?
             Entonces, Sarah empezó a hablar y le contó a Katherine que estaba equivocada. Ella podía entender lo que estaba pasando. Porque ella misma se había enamorado. Los ojos de su hermana se abrieron como platos al escuchar la historia de Sarah. Cómo ella también se había enamorado de alguien a quien sus padres tildarían de sinvergüenza.
-¿Lo sabe alguien más?-quiso saber Katherine.
-Lo sabe mi amiga Lilly, la que vive en Llangefni-contestó Sarah-Y creo que Erika sospecha algo. Nos ha visto juntos.
-¡Oh, Sarah!
            Katherine se sintió en aquel momento más unida que nunca a su hermana.
-Uno puede cometer muchas locuras por amor-afirmó Sarah-Entiendo que nuestros padres se preocupen por nosotras. Somos mujeres. Y nunca hemos salido de nuestro hogar. Tendríamos que habernos casado hace años. Pero no ha sido así. Y estamos aquí. Pero somos mayores y tenemos derecho a ser felices con el hombre que nosotras escojamos porque es algo que nos merecemos. No sé si ese tal mister Winter es bueno o es malo. Pero veo que su ausencia te está haciendo mucho daño, Cathy. Y quiero ayudarte.
-Sarah, me alegro mucho de que me hayas contado todo esto-le aseguró su hermana-Por fin, encuentro una aliada para poder ser feliz al lado del hombre que amo. Y yo amo a Stephen con toda mi alma. Te voy a ayudar.
               Sarah abrazó con fuerza a Katherine.
-Y quiero hacerlo porque tú también mereces ser feliz-prosiguió la joven-Las dos vamos a pelear por nuestra felicidad. Y nos vamos a salir con la suya.
-¡Eso es lo que quería oír!-sonrió Sarah-Me alegro que me apoyes, Cathy.
             Sarah cogió las manos de la joven y vio que apenas le quedaban lesiones en las muñecas de su intento de suicidio. Le habían quitado las vendas. Poco a poco, conseguiría arreglar las cosas entre Katherine y Mary. Ésta última acabaría también apoyándolas. Los ojos de Katherine volvían a brillar. Su rostro, que antes estaba vacío de expresión, estaba radiante.
-No me apetece bacon-anunció Katherine-Pero sí tengo hambre. ¿Podrías pedirle a la cocinera que me preparase un poco de porridge?
-¿Te gusta el porridge?-se asombró Sarah.
-Stephen lo come. Una vez, me dijo que lo probara. Lo probé y me gustó.
-Se lo diré a la cocinera.
             El porridge era una especie de papilla de avena. Sarah pensó que era el alimento más adecuado para Katherine después de haber pasado días sin probar apenas bocado.
            Regresó a la habitación al cabo de media hora. Llevaba un cuenco de porridge en la mano. Cuando Sarah entró en la habitación, Katherine le quitó el cuenco de la mano. Empezó a dar cuenta de él con auténtica ansia. El color empezó a retornar poco a poco a sus mejillas
-¿Sabes lo que vamos a hacer cuando hayas terminado de desayunar?-sugirió Sarah-Vamos a enviarle una nota a mister Winter diciéndole que quieres verte con él a solas.
-Sé dónde le puedo encontrar-Katherine estaba eufórica-¿En serio quieres escribirle una nota?
-Le escribirás tú la nota y yo me las ingeniaré para hacérsela llegar.
-¡Oh, Sarah! Sé que Stephen se hospeda en una pensión. Se encuentra cerca de la Iglesia. Pregunta por la pensión.
            Katherine abrazó a su hermana con la mano con la que sujetaba la cuchara.
-Comeré-decidió la joven-Me daré un baño. Le diré a Erika que me lave el pelo. Y que me busque un vestido bonito. ¡Quiero que Stephen me vea guapa! ¡Oh, estoy deseando abrazarle!
            Sarah había logrado ver sonreír de nuevo a Katherine. La joven estaba contenta y comía con la esperanza de recuperar fuerzas. Ahora, tenía un motivo por el cual salir de aquel encierro y vivir la vida. Y ese motivo era Stephen Winter.
-¡Muchas, muchas gracias, Sarah!-sonrió Katherine.
               Se puso de pie y giró sobre sí misma de puro gozo.
             Todo nos saldrá bien a partir de ahora, pensó Sarah.
             Una vez que Katherine hubo desayunado, Sarah fue a avisar a Erika. Le pidió que trasladara la bañera portátil de porcelana a la habitación de su hermana. Y que pusiera a hervir agua caliente.
-Mi hermana quiere arreglarse-anunció Sarah-Ha decidido salir de la habitación. Ya está recuperada. Y no quiere llevar puesto el camisón por más tiempo.
-Sí, señorita-dijo Erika.
              Puso a hervir una olla de agua caliente. Sarah fue a buscar las sales. Un baño con sales le haría bien a Katherine.
             He hecho lo que debía, pensó.
           Cathy me entiende.
          Como yo la entiendo a ella. Nos ayudaremos mutuamente.
-¿Sarah?-la llamó su madre-¿Qué ocurre?
Estaban en la escalera. Sarah subía a la habitación de Katherine. Mistress Wynthrop bajaba de su habitación.
-He visto a Erika llevar la bañera portátil a la habitación de Cathy-comentó la mujer.
-Cathy quiere darse un baño-le contó Sarah-Quiero que salgamos a dar un paseo esta tarde.
-Eso es una buena noticia. Iré a contárselo a tu padre.
             Mistress Wynthrop estaba contenta. Katherine parecía estar dando muestras de estar recuperándose. Poco a poco, pensó, aquel funesto mister Winter quedaría en el olvido. Su marido le buscaría un buen esposo a su hija menor. Y ésta sería feliz a su lado. Era lo que Katherine necesitaba. Merecía ser feliz al lado de un buen marido.
          Aún así, se preguntó si eso era lo correcto.
           Ella quería a su marido. Pero no estaba enamorada de él. Se limitaban a tratarse con cortesía. A tolerarse mutuamente. A llevarse bien. Nada más...

martes, 26 de junio de 2012

CRUEL DESTINO

           Aquella noche, como llevaba haciendo desde hacía varios días, Katherine no bajó a cenar. Erika fue a avisarle de que la cena estaba servida. Pero la joven se negó a responderle. Ni siquiera le abrió la puerta. El corazón se Sarah se encogió al ver vacía la silla en la que se sentaba su hermana. Erika sirvió la cena con gesto adusto. Roast beef acompañado de brócoli, zanahorias y patatas.
            Mary troceó su porción de carne de vacuno a la brasa y se la llevó a la boca.
            Sarah sintió cómo se le cerraba el estómago. Catalina vivía su propio drama de amor. Puede pasarme a mí lo mismo, pensó Sarah. Rápidamente, apartó aquella idea de su mente.
-No sé qué vamos a hacer con Cathy-se lamentó mistress Wynthrop.
-La solución es muy sencilla-afirmó mister Wynthrop-Cathy tiene que casarse.
-Nadie está cortejando a Cathy, padre-le recordó Sarah.
-Le buscaré un marido. Un caballero de alto rango que pueda mantenerla. Es lo mejor para ella. Así, se olvidará de ciertos hombres.
-No sé si es una buena idea-opinó mistress Wynthrop-Me preocupa que Cathy intente cometer alguna locura. Ya intentó hacerlo. No lo consiguió. Pero podría intentarlo de nuevo. Y...Bueno...¡Es tan sensible!
-No te preocupes, querida-la tranquilizó su marido-Todo saldrá bien. En el fondo, nuestra hija siempre ha sido muy sensata. Pero tiene veinticuatro años. Tendría que haberse casado hace mucho tiempo. No se le ha dado la oportunidad de ir a bailes y de divertirse. Y este sitio...A lo mejor, no le conviene estar aquí durante algún tiempo.
             Mary y Sarah intercambiaron una mirada cargada de significado. Lo que don Enrique quería decirles es que ellas estaban siguiendo los pasos de Catalina. Debían de haberse casado hacía mucho tiempo. Y no lo habían hecho.
              Erika sirvió el segundo plato. Consistía en berberechos.
              Sarah se obligó así misma a seguir comiendo.
               Sus padres no paraban de hablar.
              Trazaban planes acerca de Katherine. No contaban con la opinión de la joven. Hablaron de varios candidatos a ser su esposo. Todos ellos eran aristócratas.
-Yo creo que deberíamos de invitarles-propuso mistress Wynthrop-Así, Katherine les irá conociendo. Verá que son agradables. Con un poco de suerte...
           No pudo seguir hablando.
            Sarah empezó a protestar. Dijo que era el momento menos indicado para invitar a alguien a su casa. Katherine no estaba recuperada. Sólo Dios sabía cuándo se recuperaría.
-A lo mejor, madre, no vuelve a ser la misma-le recordó a mistress Wynthrop.
            La mente de Mary volvió atrás.
-Yo tampoco he vuelto a ser la misma-murmuró-No seré nunca la misma. He cambiado. Cathy también cambiará.
              Bebió un sorbo de su copa de vino. La mano le temblaba de manera visible.



-Tienes razón-dijo mister Wynthrop-Hay que pensar en Cathy.
-Ella se pondrá bien, querido-le aseguró su mujer.
-Tenemos que cuidarla mucho-les indicó Sarah.
           Erika sirvió el postre, que consistió en tarta de manzana.
          Toda la familia dio cuenta del postre.
-Deberíamos guardarle un poco a Cathy-sugirió Mary.
           A Sarah le pareció una buena idea. Los dulces ayudaban a levantar el ánimo a todo aquel que estaba depresivo.
-Desearía volver a verla sonreír-afirmó Sarah-Pero me temo que eso no va a poder ser. La noto cambiada.
           Todos compartían la opinión de Sarah. Katherine no había vuelto a ser la misma desde el día en que intentó suicidarse. Su mirada se había tornado vacía. Su rostro carecía por completo de expresión. Sus padres se sentían perdidos. No sabían qué hacer con una hija que sufría mal de amores. Era algo que se les escapaba de las manos. Sentían a Katherine cada vez más alejada de ellos. Sufrían por ella
-Vuestra hermana se pondrá bien-le aseguró mister Wynthrop a sus hijas-Es cuestión de tiempo. El tiempo es el encargado de curar todas las heridas. Incluso, cura las heridas de amor. Suena cursi, pero es cierto.
-No debí de haberoslo contado-se lamentó Mary-Lo siento.
-No te sientas culpable por haber obrado correctamente, hija mía-afirmó su madre-Fue tu hermana la que puso en peligro su virtud al enamorarse y encontrarse a solas con aquel mal hombre. No te sigas culpando de lo ocurrido.
-Madre tiene razón, Mary-corroboró Sarah.
-Aún así...
            Mary suspiró con pesar.
            Erika sirvió café.
            Sarah se bebió una taza de café.
            Quería estar despierta. Aquella noche, volvería a encontrarse con Darko. No podía quedarse dormida. Sus padres pasaron a hablar de tonterías. Como a quién había ido a visitar su madre aquella tarde. Sarah tenía cosas más importantes en las que pensar. Como en Darko...
            ¡Iban a volver a estar juntos! No cabía en sí de alegría.

             Aquella noche, todos se retiraron a sus respectivas habitaciones temprano. Sarah se negó a que Erika la ayudara a quitarse la ropa.
-Va a ayudar a Cathy-le pidió-Ella te necesita más que yo.
            Erika arqueó una ceja. Pero no dijo nada más. Salió de la habitación. En el pasado, Erika había sufrido por culpa de un mal hombre. Sarah corría el mismo peligro que corrió ella. Muchas palabras bonitas...Pero, después, si te he visto no me acuerdo.
             A las doce de la noche, Sarah salió de su habitación sin hacer ruido. Como otras noches, volvía a la playa. A lo mejor, pensó, Darko ha venido esta noche. Bajó sin hacer ruido la escalera. Pudo salir por la puerta de la cocina.
            Un rato después, Sarah estaba paseando por la orilla de la playa. Sentía el agua del mar mojando sus pies desnudos. Solía ir descalza a la playa. El sonido de los zapatos podría despertar a sus padres. O a sus hermanas. Sarah se apartó de la orilla.
            El suave sonido de unos pasos en la arena la hicieron girarse. Contuvo el aliento.
-¿Quién anda ahí?-preguntó.
-Soy yo, Sarah-respondió una voz ronca y muy masculina. Un gritito agudo se escapó de la garganta de la aludida-He venido.
-¿Darko?-inquirió la joven casi sin aliento.
-Sí, Sarah.
           El corazón de la joven empezó a dar saltos de alegría.
-¡Darko!-chilló llena de felicidad.
            Se arrojó en sus brazos. Llenó de besos aquel rostro tan viril como amado. Se abrazó contra él.
Darko la besó con pasión.
           No fue un beso suave. No hubo nada de suave en aquel beso. Darko se apoderó con ansia de la boca de Sarah. La besó con auténtica avidez. Ella entreabrió sus labios. No iba a reaccionar a aquel beso de una manera tan mojigata. Se dejó embriagar por el delicioso sabor de Darko. De su boca...Sus labios...Su saliva...Su lengua...Sus besos...
Se sentaron en la arena casi sin aliento. Sarah, prácticamente, daba saltitos de alegría.
-Mi bella ingenua...-susurró Darko.
-Eres malo conmigo-lo regañó Sarah-¡He estado viviendo en un Infierno durante todos estos días! No te he visto. No he sabido nada de ti. No es asunto mío, lo sé. No sabía dónde estabas.
-Estaba ocupado. No quiero decirte nada más.
              Darko besó las palmas de las manos de Sarah.
              Ella quería gritar. Quería bailar. Quería proclamar a los cuatro vientos lo que sentía en aquellos momentos.
-Te entiendo-sonrió.
             La Luna y las estrellas eran testigos de su dicha. Las estrellas le parecían más bonitas y brillantes que nunca.
-Pero te he echado de menos-le aseguró Darko.
-¿En serio?-Los ojos de Sarah se iluminaron-¿De verdad me has echado de menos? No me mientas, te lo ruego. No soportaría escuchar una mentira de tus labios.
            Darko se sintió conmovido.
              Es muy inocente, pensó. Es algo curioso. Ya no es ninguna jovencita. Se emociona cuando estamos juntos. Desea verme. Sus besos son ingenuos. No tiene experiencia alguna con los hombres.
          Sarah se dejó embriagar por la hermosura de la noche. Por el brillo radiante de la Luna...Darko había acudido a su encuentro. Y quería saber algo más.
            Cogió las manos del hombre y se las llevó a los labios.
-Sarah...-dijo él.
-Dime-dijo ella.
-Yo...Tengo que confesarte una cosa. No puedo seguir callando por más tiempo. Yo...No soy perfecto. Y podría hacerte daño. Y no quiero. Tengo un pasado. Creo que ya lo sabes. Mi fama es cierta. Y lo último que quiero es hacerte daño. ¡No podría! Sarah...No te miento cuando te digo esto. Eres muy importante para mí.
             Sarah no oyó las primeras frases. Darko jamás le haría daño. Sólo quiso escuchar la última frase que él había pronunciado. Eres muy importante para mí.
-Sólo me hieres cuando no vienes-le confesó-Pienso que no me quieres. Pero no es verdad. Ahora...Lo sé.
-Sarah...-quiso hablar Darko-Quiero que...-Ella lo interrumpió.
-Tú estás enamorado de mí. Me quieres. Lo sé. Lo acabas de decir.
              Darko se sintió cohibido. Nunca le había hablado de amor a Sarah. Ni siquiera aquella noche. Era cierto que le gustaba. Le gustaba mucho aquella bella joven. No lo iba a negar
             Suponía todo un reto para él conquistarla. Pero, antes que Sara, había conquistado a otras mujeres.
Lo que estaba haciendo con ella lo había hecho antes con otras muchas mujeres.
             Sólo buscaba divertirse un poco con ella.
             ¿Amor? Darko nunca había estado enamorado. No sabía lo que era eso. Admitía para sí que Sarah Wynthrop era especial. Tenía mucho genio. Pero también era ingenua. Una combinación explosiva.
               Y tenía que admitir otra cosa. Sarah Wynthrop, casi sin darse cuenta, se estaba colando en su corazón. En sus pensamientos...Y eso era algo que le inquietaba.
-No me lo digas ahora-le pidió Sarah-Lo veo en tus ojos. Y eso me basta.
             Le dio un beso suave a Darko en los labios.
-¿Qué es lo que ves en mis ojos?-la interrogó el hombre.
-Veo amor. Veo que tú también me amas. ¡Oh, Darko!
             Lo abrazó con fuerza.
              Lo besó de lleno en la boca.


   
         Volvió a llenar de besos el rostro de su amado.
           Era feliz. Su corazón brincaba de alegría. Los ojos de Sarah se llenaron de lágrimas de felicidad. Darko la amaba. Tenía ya aquella certeza confirmada. Su amor por él era correspondido.
             Pronto, se casarían. Y vivirían felices para siempre.
            Era ya la hora de volver a casa. Pero Sarah sabía que ella y Darko estarían siempre juntos.
            Sarah estaba viviendo la felicidad del amor correspondido.

lunes, 25 de junio de 2012

CRUEL DESTINO

Lo prometido es deuda.
Sara Fernández, la protagonista de "Cruel destino", la primera parte de "Pleamar", ha vuelto. Vamos a descubrir hasta donde es capaz de llegar con tal de estar al lado de su amado Darko. ¿Triunfará el amor por encima de todos los convencionalismos? Vamos a descubrirlo.

NOTA: Como veis, Sara Fernández ya no es tal debido a los cambios que le estoy haciendo a la historia. Ahora, es Sarah Wynthrop.

-¿Cuándo volveré a verte?-se preguntó Sarah en voz baja-Hace mucho que no sé nada de ti.
             Salió a dar un paseo por el jardín. El cielo estaba cubierto de nubes negras. Es un mal presagio, pensó Sarah. Pero pensó que aquellas nubes negras encajaban a la perfección con su estado de ánimo. La falta de noticias de Darko la estaba consumiendo. No sabía cómo localizarle.
          El mundo le parecía un lugar triste y carente de sentido. Darko, pensó Sarah. Darko...Mi amor...
           Antes o después, volverían a verse. Él no la había podido olvidar tan fácilmente. Volvería para buscarla. Estaban hechos el uno para el otro. Sarah lo sabía.
             Él era un hombre peligroso.
             Todo lo que le rodeaba suponía para ella un gran peligro. Sarah lo sabía. Aún así, no quería alejarse de Darko. Estaba dispuesta a morir por él si así lo quería. Todo carecía de importancia. Excepto...Darko...
           Pisó una hoja seca. La oyó crugir ligeramente. Hojas secas, pensó Sarah. Los árboles que había en el jardín estaban secos. Los pajarillos no se posaban en sus ramas. No les oía trinar. Ni cantar. Ni piar.
Todo está muerto, pensó Sarah. Estoy muerta.
        Se dio la vuelta. Alzó la vista. Sus ojos se posaron en el cristal de la ventana de la habitación de Katherine. Divisó el rostro cansado de su hermana. Sarah se estremeció. Parece una muerta en vida, se dijo. ¡Oh, Cathy! ¡Qué caro estás pagando el haberte enamorado! ¡El haberte arrojado a los brazos de mister Winter!
            Mary salió al jardín en aquel momento. Se agobiaba en el salón. Su madre no hacía otra cosa más que hablar de la boda.
            Y, para colmo de males, estaba el problema de Katherine.
-No quiere salir de su cuarto-se lamentó refiriéndose a su hermana-Piensa quedarse metida allí dentro. No quiere comer. No quiere salir de allí. Sólo quiere una cosa. Pudrirse y morirse.
-Hablar así no es propio de ti-se escandalizó Sarah.
-Lo lamento. Pero me desespero al ver a Cathy tan hundida. Sobre todo, porque la culpa es mía.
-Está enamorada y de eso nadie tiene la culpa.
-No se trata de amor. Se trata de obsesión. Y eso es distinto. La obsesión te ciega. Ella se habría arrojado a los brazos de ese sinvergüenza. No habría pensado en las consecuencias de sus actos. La obsesión no te deja ver la realidad. Todo está brumoso en tu mente. Sólo ves lo que tu amado quiere que veas.
-Hemos conseguido que Cathy conserve intacta su virginidad.
-La virginidad...Eso...A los hombres...Es lo único que les importa.



              Mary se puso blanca.
              Empezó a caminar con paso nervioso por el jardín.
              Sarah la siguió. Tuvo la sensación de que algo le pasaba a María. Ya no era ninguna jovencita. Trató de recordar cómo era su hermana cuando era una adolescente. Era una joven tranquila. Pero también llena de vida. Parecía que la energía de Mary se había apagado. Sarah no la reconocía. Mary parecía vivir de espaldas al mundo. Hasta que lord Robert se fijó en ella.
-¿Estás bien?-quiso saber Sarah.
-Debe de ser cosa de saber que un conde quiere casarse conmigo-contestó Mary-¡Un conde! Jamás lo habría imaginado. Yo...Condesa...
            Mary retorció con nerviosismo sus manos enguantadas. Miró a Sarah casi con miedo. Yo no quería, pensó Mary. A veces, se sentía tentada a hablar con alguien. Quería contarle a una de sus hermanas lo que le había pasado años antes. Cuando todavía no había estallado la guerra. Quería gritar que la culpa no había sido suya. Pero...¿Quién la iba a creer? Nadie...Ella salió al jardín aquella noche. Y...
            ¡Basta!, quiso gritar Mary.
           Ella y Sarah dieron un paseo por el jardín.
          Sarah también quería hablar.
-Mary-llamó a su hermana-Yo...No sé cómo decírtelo. Pero...Se...
           La aludida la miró. Sarah se sintió cohibida. No podía sincerarse con ella.
-¿Quieres algo?-inquirió Mary.
            Sarah negó con la cabeza.
-Es sólo una tontería-mintió.
-¡Ah!
           Siguieron caminando.
-Cathy no entiende que lo que hice fue por su bien-comenzó a hablar Mary-Ese hombre...¡A saber quién es! Puede que sea sólo un canalla que lo único que pretende es aprovecharse de ella. ¡Y no lo quiere entender!
           Sarah miró de reojo a su hermana. ¿Qué sientes cuando el conde te besa?, quiso preguntarle. Pero no pudo. Le daba vergüenza. No era asunto suyo. Era la vida de su hermana. No la suya. Y bastante tenía con sus propios problemas. Ahora, se le añadía el problema de Katherine. Mary veía al tal mister Winter como a un canalla. ¿Vería de igual modo a Darko Raven?
-Cathy no puede seguir así-afirmó Mary-Estoy muy preocupada por ella. Me asusta. Tengo miedo de que pueda cometer una locura. La veo capaz de eso y de mucho más.
           Sarah compartía con ella sus temores.
-Hablaremos con ella-le aseguró-Intentaremos hacerla entrar en razón.
-La culpa ha sido mía-se lamentó Mary-Fui yo la que la vio con aquel malnacido. Fui yo la que fue corriendo a contárselo a padre y a madre. Debí de haberme callado.
-Tú no tienes la culpa, Mary. Hiciste lo que debías. Yo habría hecho lo mismo en tu lugar.
-Ese hombre...No...
            Sarah se sintió sobrecogida.
            Katherine se había enamorado de un indeseable. ¿Cómo vería Mary a Darko? Lo verá con buenos ojos, pensó Sarah. Darko no es como ese mister Winter. Darko es un hombre bueno y noble. Si ha hecho ciertas cosas que están mal, no las ha hecho por maldad. Lo ha hecho porque estaba desesperado. Pero es bueno. Y se arrepiente.
           No puedo vivir sin sus besos, pensó Sarah. Necesito abrazarle. Estar con él. Yo...Lo amo. Pero...Él...No viene. No viene a buscarme. Tiene miedo de que le rechace. ¿Cómo puede pensar eso?
-¡Miss Sarah!-exclamó una voz que se acercaba muy deprisa hacia ellas-¡Miss Mary! ¿Dónde están? ¡Ya las veo!
            Las aludidas se detuvieron. Vieron cómo Erika se acercaba corriendo hacia ellas.
-¿Querías algo?-la interrogó Mary.
-Es su madre-contestó Erika.
-¿Y qué es lo que quiere madre?-inquirió Sarah.
-Quiere que vaya al salón con ella. Son las cinco de la tarde. Su madre quiere tomar el té. Y no quiere tomarlo sola.
-De acuerdo-decidió Mary-Vamos dentro.
             Se metieron dentro de la casa. Katherine contempló la escena sin articular palabra y sin moverse desde la ventana de su habitación. Era incapaz de sentir algo en aquellos momentos.

domingo, 24 de junio de 2012

UN BUEN AMIGO Y LA HISTORIA DE SARA FERNÁNDEZ

Hace pocos días, nuestra amiga Anna publicó en su blog una entrada en la que reflexiona acerca de la amistad. Éste es el link para que lo leáis porque es muy recomendable.
http://romanceanna.blogspot.com.es/2012/06/y-tu-crees-en-la-amistad.html
Habla y reflexiona de lo que es un amigo de verdad. De lo que duele ser traicionado por un amigo. Un amigo de verdad es alguien distinto a los amigos que, como ella bien dice, puedes tener en Facebook o en Twitter. Es alguien que está siempre a tu lado, con el que compartir tus alegrías, tus sueños, tus secretos, tu pesar. Es alguien que nunca te abandona.
Se le olvidó decir una cosa.
Un amigo es aquel que te da buenos consejos. Un amigo es aquel que te dice cuando algo no está bien. Cuando, hablando en plata, corres serio riesgo de pifiarla.
Aunque no quieras escucharle, luego, reflexionando, te das cuenta de que SÍ, tiene razón. SÍ, todo lo que te dice es por tu bien. Y, si te lo ha dicho, es porque se preocupa de verdad por ti.
Cuando me inspiro y pienso en una historia, enseguida, decido ponerme manos a la obra con ella. Así. Casi a lo loco. Eso no es bueno. Pero he dejado demasiadas historias aparcadas. Y eso tampoco no es bueno. El bloqueo se hace mayor. Acabaré agobiándome. Y me asusta que, al agobiarme, pierda la ilusión y la alegría por escribir. Debería de seguir con lo que estoy haciendo. Para lo demás, para las demás historias, siempre hay tiempo.
Tengo que tomarme las cosas con calma. Ir paso a paso. Sin prisas, pero sin pausa. Lo he dicho antes. Lo he escrito. Pero lo olvido con demasiada frecuencia. No debería de olvidarlo.
"Un ramo de rosas" verá la luz en este blog, sí. Pero no ahora. No dentro de unos días, como anuncié en la anterior entrada. Lo haré más adelante. Cuando acabe con todas las historias que estoy subiendo ahora mismo al blog. No puedo llevar tantas historias a la vez. No es bueno ni para mí ni para vosotras ni para las historias. ¡Los personajes se me enfadan! ¿Y mi historia? ¿Cuándo me toca a mí? No está bien.
No puedo emocionarme por una idea y dejar lo demás de lado. Eso no está nada bien. Y mi problema es que me emociono demasiado ante una idea y me vuelco en ella con entusiasmo. Luego, me canso, como he comentado antes. Me agobio. Pienso que no puedo seguir. Y dejo demasiadas cosas a medias. No debería de dejar nada a medias. Así, no conseguiré avanzar. Ni podré nunca avanzar.
Pido perdón por las molestias.
Lo he pensado mucho. Mi prioridad, ahora mismo, es acabar la historia de "Pleamar". Me siento inspirada para acabar con esta historia.
Pienso dividir "Pleamar" en tres partes. La primera se llama "Cruel destino" y es la que estoy subiendo. Veréis que cambiaré poco a poco las entradas donde ponga "Pleamar" por "Pleamar/Cruel destino". Cuenta la historia de amor imposible de Sara Fernández, una joven española adinerada que vive en Porthmouth mientras España está sumida en la guerra entre carlistas y cristinos, y Darko, un misterioso y apuesto hombre.
Por supuesto, las tres partes contarán la historia paralela de Marián, la periodista que tiene que investigar acerca de los Fernández.
Lo que me asustaba de subir la primera parte de "Pleamar" al blog era el desarrollo de la historia. Al escribirla, pensé en darle un toque diferente al de las novelas que había leído. La historia transcurre durante el Romanticismo. Pensé que ésa era una buena época para que transcurriera una historia de amor que parece que está condenada al fracaso desde el primer momento.
Quiero seguir la historia de Sara. He pensado en si esa historia habría ocurrido en la vida real. En las novelas románticas, el amor siempre triunfa por encima de los convencionalismos. Pero...¿Triunfará el amor de Sara y Darko por encima de los convencionalismos? ¿O el destino les mostrará su peor cara?
Creo que es la hora de descubrirlo.
Anna, Rae...Gracias por vuestros consejos. Lo hacéis por mi bien y os estoy sinceramente agradecida por ellos. Perdonad a esta chiflada. Debería de pararme antes de hacer una entrada y de preguntarme: ¿Esto es conveniente de hacer ahora? Si la respuesta es sí, adelante. Si la respuesta es no, termina lo que estás haciendo antes de hacer otra cosa. Uno no es un robot. No puede hacer mil cosas a la vez. No pienses que por dejar lo que estás haciendo de lado te sentirás menos agobiado. Al contrario. Acabarás más agobiado. Y el estar agobiado puede ser nocivo para la salud. Y también puede afectar seriamente tu pasión por la escritura. Gracias por estar a mi lado.
POSDATA: No tengo cuenta de twitter, pero sí tengo Facebook. Aunque casi nunca me paso por allí.

sábado, 23 de junio de 2012

PRÓXIMAMENTE

En cuestión de días, me gustaría subir en este blog otra historia que he empezado a escribir. No voy a dejar de lado todas las historias que estoy escribiendo. Pero he decidido dejarlas aparcadas durante algún tiempo. Por lo menos, hasta que las Musas me digan cómo he de continuar.
Esta historia la he titulado "Un ramo de rosas".
Transcurre en su mayor parte las islas Chafarinas durante la década de 1870.
Éste es el argumento:
Paz es una joven fuera de lo común, a entender de todos. Hermosa y muy terca, siempre ha tenido problemas debido a su carácter independiente. Se apoya, principalmente, en sus padres, en sus hermanos y en sus amigos. Aunque tiene una gran habilidad para meterse en líos. A sus veinticuatro años, convertida en una solterona, se queda sola al morir sus padres, casarse sus dos hermanos mayores e ingresar el más pequeño en un seminario. Acepta viajar a Madrid para pasar una temporada en casa de sus tíos. Sin embargo, la vida de Paz da un giro radical cuando su tío José es elegido gobernador de las islas Chafarinas, un pequeño archipiélago de tres islas que se encuentra frente a la costa de Marruecos. Paz viaja con sus tíos hasta allí. Es precisamente en las Chafarinas donde Paz conoce al apuesto Fernando de la Vega, duque de Puertollano. Los dos se enamoran nada más verse. Pero Fernando tiene sus propios secretos. Busca venganza por la muerte de su difunta esposa. Lo último que quiere es que Paz, la mujer que le ha devuelto la fe en la vida y en el amor, se vea involucrada en sus planes de venganza.

¡FELIZ VERANO!

Voy un poco retrasada, lo sé.
Oficialmente, el verano empezó hace dos días.
Ha llegado el calor. Bueno, en realidad, calor hace desde esta primavera inusual. Y mucho más seca que de costumbre.
Las playas se llenan de gente que buscan tomar el Sol y darse un baño.
Os dejo con una foto tomada a principios del siglo XX. Os fijaréis en cómo eran los bañadores hacen 100 y 90 años. Desde luego, no tienen nada que ver con los bañadores que se usan ahora. Pero hay algo que no cambia. Y ese algo es que a todos nos gusta ir a la playa a bañarnos y a ponernos morenos. Sin pasarnos, eso sí.


¡Os deseo a todas un feliz verano!
No, este blog no va a cerrar por vacaciones. Aunque no descarto irme a la playa a darme un baño. Y a desconectar un poco de todo.
No sé si me pondría un bañador como los que aparecen en la fotografía. De manga larga...¡en pleno mes de julio!
 Estos bañadores, al menos, son de manga corta.

miércoles, 20 de junio de 2012

LA REGENCIA

Se han escrito muchas novelas que transcurren durante el periodo de la Regencia. Damos por sentado que la Regencia en Inglaterra transcurre a principios del siglo XIX. Pero...¿En qué consistió realmente la Regencia? ¿Cómo fue esa época?
Vamos a verlo.
La Regencia como tal duró entre los años 1811 y 1820. Todos conocemos Almacks. ¿Quién no ha soñado alguna vez con bailar en aquel salón?
 Éste es un retrato del Príncipe de Gales. El futuro Jorge IV. Retrato extraído de la Wikipedia.
El Parlamento inglés aprobó en 1811 el Acta de la Regencia. A partir de aquel momento, el Príncipe de Gales empezó a actuar como Regente del Reino. Su padre, el Rey Jorge III, sufría una enfermedad mental desde hacía ya muchos años. El periodo de La Regencia duró nueve años. Hasta que el Rey Jorge III falleció en el año 1820.
Muchos son los rumores que corren acerca del Príncipe de Gales.
De él se decía que era extravagante. Que poseía una habilidad asombrosa para conquistar a cuanta mujer se cruzara en su camino. Que había llegado a conquistar a 7.000 mujeres a lo largo de su vida. Esto se supo porque se decía que habían encontrado 7.000 mechones de cabello de mujer. Porque les cortaba un mechón de pelo como "recuerdo".
Se casó con Carolina de Brunswick. Sin embargo, el matrimonio fue un fracaso. Llegó, incluso, a excluir a su esposa de la ceremonia de su coronación.
No es de extrañar que pudiera tener hijos ilegítimos. Si han leído algún libro de la  Hermandad de los Bastardos, de Sabrina Jeffries, se darán cuenta de que la idea no es tan descabellada.
Aquí, en España, tenemos nuestro Siglo de Oro. La época en la que los artistas y los escritores brillaron con más intensidad.
En Inglaterra, está la Regencia. Fue la época de los grandes escritores ingleses. Ahí tenemos, sin ir más lejos, a dos grandes. Jane Austeen y a lord Byron. Fue precisamente durante la Regencia cuando se escribió una de las obras más estremecedoras de todos los tiempos. "Frankenstein".
Es sonado el romance que mantuvo el Príncipe con María Fitzherbert. Llegaron a contraer matrimonio, pero éste fue considerado nulo. María Fitzherbert no sólo era seis años mayor que el Príncipe y había enviudado en dos ocasiones. También era católica. El matrimonio fue declarado nulo.
Con Carolina de Brunswick, el Príncipe tuvo a su única hija legítima, la Princesa Carlota. Cuando el Príncipe fue nombrado Regente del Reino, rompió de forma definitiva sus relaciones con María Fitzherbert.
Fue la época de las guerras contra Napoleón. El Emperador vio su fin en 1815. Tras la batalla de Waterloo. Incluso tuvo lugar una guerra en Estados Unidos. Esta guerra terminó sin un claro vencedor.
Muchas de nuestras novelas favoritas transcurren en este periodo.
Y no extrañar porque resulta apasionante.
¿Os imagináis tomando el té con Jane Austen? ¿Os imagináis bailando en un salón como Almacks? ¿O paseando por Hyde Park en un faetón? ¿O haciéndole una reverencia al Príncipe Regente? Podríamos hablar de los últimos escándalos de los poetas Byron y Shelley. Íntimos amigos. Y dos grandes conquistadores y coleccionistas de escándalos.
Fue lord Liverpool el Primer Ministro del Príncipe Regente. Aunque es cierto que éste mantuvo una enemistad abierta con el anterior Primer Ministro, William Pitt.
Era la época de los dandys, esos caballeros elegantemente vestidos. Tenemos un buen ejemplo en el dandy primigenio, Beau Brummel. Íntimo amigo del Príncipe Regente y casi su asesor de imagen.
Del Príncipe se decía que era obeso y que vestía mal. Hasta que conoció a Brummel, el cual le asesoró como vestir.


Aquí tenemos una escena de la película "El árbitro de la elegancia". El gran Peter Ustinov, el mítico Nerón de "Quo Vadis", interpretó al Príncipe Regente.


Y éste es el Príncipe George de "La Víbora Negra", mítica serie cómica inglesa. Seguro que la cara del actor que lo interpreta os suena. ¿Verdad?
El Príncipe George de esta telecomedia era el más cómico de todos. Exageraba al máximo todos los defectos que se le atribuían al Regente. En mi opinión, junto con el Regente al que dio vida Ustinov, es de lo mejor logrados.
Y están, por supuesto, todos los libros que hemos leído que transcurren durante la Regencia. En muchos de ellos aparece el Príncipe Regente. O se le menciona. Muchos de nuestros personajes favoritos son amigos o conocidos del Regente.
La Regencia es, sin duda, un periodo apasionante de la historia inglesa. La época en la que los salones brillaron con más intensidad.
Un período de gran creatividad literaria. Lleno de optimismo. Y de grandes descubrimientos. Se hacían experimentos con la electricidad. "Frankenstein" surgió a partir de aquellos experimentos. Fue la época en la que se empezó a vislumbrar cómo sería todo el siglo XIX.

martes, 19 de junio de 2012

BRANWELL BRONTE

Emily, Charlotte y Anne Bronte.
Probablemente, tres de las mejores escritoras de todos los tiempos.
A Emily le debemos "Cumbres borrascosas", una de las mejores y más románticas historias de amor de todos los tiempos.
A Charlotte le debemos la creación de "Jane Eyre". Una mujer rebelde y hecha así misma. Firme en sus convicciones.
Y a Anne le debemos a "Agnes Grey". Tan parecida a Jane Eyre. Una mujer que intenta ganarse la vida trabajando como institutriz. El retrato que hace de las institutrices es el más realista que jamás se ha hecho. Al menos, en mi opinión.
Los Bronte eran, en realidad, seis hermanos. Además de Emily, Charlotte y Anne, también estaban María y Elizabeth. Y Branwell. Y esta entrada se la dedico a Branwell.
Muerto a la edad de treinta y un años. Su vida estuvo marcada por el tormento. Fue pintor y poeta. Aquí está el retrato que hizo de su hermana Emily.


Según algunos biógrafos, era el hijo favorito de la familia, quizás al ser el único varón. El padre era pastor. Sin embargo, Branwell acabó descendiendo a los Infiernos a lo largo de su corta vida. Y no supo redimirse a tiempo.
Veamos un poco su vida.
Siempre ha sido considerado como un poeta menor. De hecho, es muy raro encontrar uno de sus poemas en español. Intentó ganarse la vida trabajando como tutor para distintas familias de bien. Sin embargo, era despedido de todos los trabajos.
Su desgracia fue enamorarse de la mujer de su último patrón, el pastor Robinson. Anne trabajaba como institutriz para esa familia. Quiso que su hermano le diera clases de música al benjamín del clan. Sin embargo, aquella idea fue un gran error.
Branwell se enamoró de su patrona. Fueron amantes durante dos años y medio. Finalmente, perdió su trabajo. Y también perdió a la mujer de su vida. Desesperado, Branwell buscó refugio en el alcohol y en el opio.
No pudo superar nunca sus adicciones.
Emily fue la encargada de cuidar de su hermano en sus últimos días. Sufría "delirium tremens" a consecuencia del alcohol. Enfermó de tuberculosis.
Se dice que Branwell sirvió de inspiración a Emily para crear a Heathcliff. El inolvidable protagonista de "Cumbres borrascosas".
Un hombre torturado por su amor imposible por Catherine. También se dice que Branwell sirvió de inspiración a Charlotte para crear a John Reed. El odioso primo de Jane Eyre. Alcohólico...Niño mimado de la familia...
No es una posibilidad descabellada. "Agnes Grey" es, en realidad, una crónica acerca de la frustración que sintió Anne cuando trató de ganarse la vida trabajando como institutriz. En "Jane Eyre", Charlotte recoge su experiencia en un internado.
Se cuenta que Branwell, en un arrebato de locura, intentó quemar su cama. Su hermana Emily le salvó por los pelos. Su padre intentó salvar su alma. Al no ser capaz de salvar su salud.
"En toda mi vida no he hecho nada, ni grande, ni bueno".
Estas palabras fueron el testamento de una vida joven y truncada.
Yo creo que Branwell Bronte encarna al héroe romántico. Apasionado y atormentado...Muerto en plena flor de la vida...
Se merece que se le rescate del olvido. Que, por lo menos, sea recordado. Por lo que pudo ser y no fue.
La autora de "Rebeca", Daphne du Maurier, escribió la biografía de Branwell Bronte.


Aquí aparece con sus hermanas Emily, Charlotte y Anne. Con ellas, creó los reinos de Angria, Gondal y Gaaldine. Como parte de un juego infantil cuando eran niños. Inventaban historias. Y esas historias transcurrían en aquellos reinos ficticios.
Rebelde...Apasionado...Atormentado...Infravalorado...
Así era Branwell Bronte. No quiero definirlo como un artista maldito. Porque odio esa etiqueta de maldito. Tomó sus propias decisiones. Y algunas de ellas fueron erróneas. Pudo ser tan conocido como sus hermanas, pero no lo consiguió. Sólo nos queda la imaginación. Y pensar cómo pudo ser de haber seguido la senda adecuada.

lunes, 18 de junio de 2012

¿SE ACABARÁ EL MUNDO EN DICIEMBRE?

Son muchos los que hablan del tema. Los mayas, los astrólogos, los egipcios, Nostradamus...¡Hasta se ha hecho una película y todo! El mundo se va a acabar este año. Le han puesto la fecha y todo. El próximo 21 de diciembre. Es decir, en unos meses estaremos criando malvas. Según ellos, claro. Puede parecer un disparate. Incluso se ha desmentido. Pero la cosa sigue. Hay quien señala que esa fecha es el final del todo. Aunque los propios descendientes de los mayas afirman que se trate de una patraña. Y Nostradamus me parezca más un cronista de su época que un profeta. Eso sí, disfrazando sus crónicas de centurias. Para no acabar quemado en la hoguera.
Incluso se sabe que llegará un meteorito y adiós a todo. Hay quien se lo ha creído. Aunque intento no creer en semejantes tonterías, he oído demasiadas veces en estos tiempos que se va a acabar el mundo. He visto el trailer de la peli. Que, por cierto, se llama "2012". Es espectacular. Por suerte o por desgracia, no la he visto.
La tan temida fecha del 21 D se va acercando. Y he decidido hacer un ranking con los finales del mundo. Alguno os sonará.
Por supuesto, todo es mentira. ¡Aquí seguimos!
1-San Martín de Tours predijo que el mundo se acabaría antes del año... ¡400 d.C.! Y él murió en el año 397 d.C. ¡Menudo error!
2-El Papa Inocencio III señaló que el mundo se acabaría 666 días después del surgimiento del Islam. De la creación del Islam han pasado muchos años. Surgió en el año 622 d.C. El Islam se ha expandido por el mundo. Y el mundo no se ha acabado.
3-William Whiston fue un teólogo, historiador y matemático inglés. Predijo que el mundo se acabaría cuando un cometa chocara contra la Tierra. Él fue más listo. No dijo cuándo ocurriría. No querría hacer el ridículo, suponemos.
4-También se dijo que el mundo se acabaría cuando empezara el año 1000. Debía de tenerse mucho miedo al cambio de dígitos. La noche del 31 de diciembre del año 999 fue de gran desmadre a nivel mundial. Pero llegó el año, siglo y milenio nuevos. Y no pasó absolutamente nada.
5-William Miller, un predicador metodista, predijo que Cristo regresaría a la Tierra entre el 21 de marzo del año 1843 y el 21 de marzo del año siguiente, 1844. Luego, cambió de fecha. Dijo que había calculado mal los datos procedentes de las Escrituras. Puso una nueva fecha. El 22 de octubre de 1844. Por supuesto, cuando llegó la nueva fecha, no pasó tampoco nada.
6-El Reverendo Michael Baxter predijo que iban a ocurrir cuarenta maravillas durante siete años y setenta y cinco días antes de que Cristo regresara en el año 1875. Se cumplieron algunos pronósticos porque las guerras, las enfermedades y las catástrofes ocurrieron. Pero el mundo siguió girando después de 1875.
7-Charles Taze Russell, un líder religioso estadounidense, predijo que acabaría lo que él denominó "El Tiempo de los Gentiles" y que Cristo retornaría a la Tierra para que viviéramos todos en paz.
8-Albert Porta aseguró que una alineación de planetas provocaría que el Sol estallara. Aún no ha estallado el Sol y no sé si los planetas se habrán alineado alguna vez o no.
9-Dorothy Martin era un ama de casa que recibió mensajes de extraterrestres que se comunicaron con ella mediante la escritura automática. Le dijeron que el mundo se acabaría antes del amanecer del día 21 de diciembre (¡qué casualidad!) de 1954 mediante una gran inundación. Pasó ese día y estrenamos un nuevo año, 1955. Otro grave error.
10-Un tal Leland Jensen predijo un desastre nuclear en el año 1980. A ese desastre le seguirían dos décadas de conflictos que culminarían con el retorno de Jesús a la Tierra. Los conflictos siguen a la orden del día, por desgracia.
11-9 de junio de 1994. John Hinkle, Pastor de la Iglesia de Cristo en Los Ángeles, puso esta fecha como tope para que Cristo regresara.
12-6 de septiembre de 1994. Harold Camping, locutor de radio estadounidense, afirmó que el Gran Rapto se produciría ese día.
13-El tan cacareado efecto 2000. Los ordenadores de todo el mundo fallarían y se produciría el gran caos a nivel mundial. ¿Os acordáis de lo que pasó esa noche? A parte de festejar la llegada del nuevo milenio, no pasó absolutamente nada.
14-Richard Noone afirmó que los planetas Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter y Saturno se alinearían por primera vez en 6000 años el 5 de mayo del 2000. A raíz de esto, se produciría una subida enorme del hielo en el Polo Sur y se destruiría el planeta. Por desgracia, lo que está ocurriendo ahora es el deshielo de los polos, lo cual sería fatal para las especies que viven allí. Pero el mundo siguió girando el día 6 de mayo de ese año.
15-Harold Camping vuelve a las andadas y afirma que el Gran Rapto se producirá el 21 de mayo del 2011. Como ese día no pasó nada parecido, afirmó que se había equivocado y que el rapto se produciría el 21 de octubre de ese año. ¿Verdad que no pasó nada parecido?
16-El Canal de Historia hizo un documental en el que se decía que sir Isaac Newton (todos conocemos que supo la ley de la gravedad al caerle una manzana encima de la cabeza) descubrió que el mundo se acababa en el año 2060.
Pase lo que pase más allá del 21 D, es mejor tomárnoslo con sentido del humor que es algo que necesitamos más que unas cuantas teorías acerca de grandes terremotos, supernovas, alineaciones, choques planetarios, etc. Algunas teorías son disparatadas si se piensa bien. Es mejor reírnos y no pensar. La risa da vida.

domingo, 17 de junio de 2012

¿QUIÉN ES JORGE DEL NOZAL?

Jorge del Nozal será el encargado de leer el poema ganador del concurso que nuestra buena amiga Anna va a celebrar en su blog.
A lo mejor, su nombre no es muy conocido.
Jorge del Nozal se mueve en muchos ámbitos de la cultura. Es pintor, poeta, músico...Trabaja la madera, pinta murales y óleos, etc. Es un hombre del Renacimiento atrapado en el siglo XXI.
Lleva exponiendo sus cuadros desde el año 1981. ¡Toda una vida, como aquel que dice! Sobre todo porque nació en 1957.
Individuales ha hecho hasta once exposiciones. Sin contar con las exposiciones que hizo con sus alumnos entre los años 2006 y 2009.
Éste es uno de sus cuadros al óleo:


Parece real, ¿verdad? Parece que la ola va a tocar la arena de un momento a otro.
Y he aquí uno de sus poemas. Se llama "Ser minero". Me he sentido identificada con él. Aunque jamás haya estado en el interior de la mina, mi abuelo era minero. Mi ciudad, La Unión, ha vivido durante muchos años de la minería. Describe la vida de un minero. Cómo se siente metido dentro de esa oscuridad, sin ver la luz del Sol durante horas. Un trabajo que podía ser peligroso debido a que la mina podía venirse abajo al haber un desprendimiento de tierra o al no poder ser controlada la explosión de un barreno. O podía morir de una enfermedad cogida por respirar el polvo de los minerales, silice. La silicosis.
SER MINERO
Ser minero es trabajar
ser valiente sin saberlo
ser fuerte sin comprenderlo
entrar en la mina y callar
callar sin querer hacerlo.
Porque en el tajo no hay nadie
sólo está mi pensamiento
el que me ayuda a liberarme
y sentir que no estoy dentro.
Pero la mina me agarra
tan fuerte que no lo siento
me habla tan alto
que apenas escucho el
silencio
y es tan enorme el silencio
que necesito el martillo
para no sentir miedo,
para escuchar algo más
que mis sonidos,
mi corazón,
mi respiración,
mi aliento.
Pero, ¿qué estoy diciendo?
Yo conecto el martillo
porque tengo que trabajar,
porque tengo que rasgar
las entrañas a la tierra,
para vaciar su estómago
para sacar de dentro el
carbón
que engulló hace ya tanto
tiempo.
Para que mi familia y yo
podamos ahora llenarlo.
Yo no pienso en el peligro
yo no pienso en la soledad
sólo pienso en la libertad
que me da el peligro,
el silencio y la soledad
¡y la muerte!
¿Es que no piensas en la
muerte?
¡Nunca!
En la muerte no hay que
pensar.
Ella piensa siempre en ti
mi deber es trabajar
discurrir, pensar, renegar,
vivir, estar...
Estar siempre dispuesto
al acecho, alerta, con
decisión,
suplicándole al carbón
que se desprenda
que me entienda
que me deje respirar
que no me suelte sus gases
que me tenga compasión
que sólo araño su carne
para poder comer yo.
Y éste es Jorge del Nozal.


Bueno, ahora que lo conocéis un poquito más, espero que eso os motive para participar en el concurso.
¡Mucha suerte a todas!