lunes, 30 de noviembre de 2015

¿EXISTE ALGO QUE SEA IMPOSIBLE?

Hola a todos.
Todos tenemos una meta en nuestra mente.
Una meta que puede antojarnos imposible de conseguir en muchas ocasiones. Sobre todo, cuando todo va cuesta arriba.
¿Es una meta imposible de conquistar? ¿O el hecho de que la veamos como algo imposible tenga que ver con nuestro estado de ánimo?
Puede que sea eso.
Puede que decir que algo es imposible de conseguir sea cuestión de ánimo. Las metas son difíciles de alcanzar. Llevan su tiempo. Tienes que luchar duro.
Tienes que trabajar hasta lograr tus objetivos. Tienes que pelear para alcanzar lo que te propones. Eso no es nada fácil de conseguir.
Te pueden tirar al suelo. Me han enseñado a que, cuando te tiran al suelo, tienes que ponerte de pie. La vida se asemeja a un combate de boxeo. Y has de salir ganador.
He pensado en más de una ocasión en tirar la toalla. Veía que lo que deseaba lograr era un imposible. ¿Y si era mi mente la que me decía que era imposible? Quizás, era eso lo que me pasaba. Mi cabeza me decía que estaba loca.
¿Y qué era lo que mi corazón me decía? Mi corazón me animaba a continuar. A seguir adelante.
Me doy cuenta de que no existe nada imposible. Me doy cuenta de que ese imposible estaba en mi cabeza. Soy yo la que se ha puesto trabas a sí misma para lograr sus metas.
Soy yo la que ahora sabe que ese imposible no existe. Soy la que desea alcanzar su meta. ¡Ésa soy yo!

domingo, 29 de noviembre de 2015

PRÓLOGO ELIMINADO DE "LA PETICIÓN"

Hola a todos.
Aquí os traigo el prólogo de mi relato La petición. 
Ya sé que es un relato que lleva bastante tiempo terminado. Sin embargo, siempre quise escribir un prólogo sobre esta historia cortita y llena de romanticismo que transcurre en el siglo que fue mi primer amor en el sentido literario: el siglo XVIII.
Aquí os dejo con el prólogo que he escrito.

__ Puede que su primo sea el hombre que mejor le convenga como esposo.
            Christine no terminaba de creerse lo que acababa de oír. Pensó que lo había entendido mal.
            El padre de Christine la adoraba. La consideraba su ojito derecho.
            Al menos…En vida…Se había portado bien con ella.
            Christine se podía considerar a sí misma como una joven feliz. Su doncella le decía que debía de pensar en otras cosas. Como buscar un marido. ¿Acaso no fantaseaba con hacer su reverencia ante los Reyes?
            Podía entrar en la Corte. Disfrutar de una vida llena de lujos.
            Era cierto que Christine no pasaba penurias. Pero podía aspirar a tener algo mejor. 
__Señorita Christine…__la llamó su doncella.
__He dejado de escucharte cuando me has sugerido que me case con Ian__replicó Christine.
            Le parecía una idea abominable.
            Estaba en la biblioteca buscando un libro que leer. Su doncella no la dejaba sola ni a Sol ni a sombra.

            La doncella se abstuvo de recordarle a Christine que su primo era un hombre viudo.

     

lunes, 23 de noviembre de 2015

SABÍAS QUÉ...

Hola a todos.
Es verdad que todavía falta algún tiempo hasta que se celebre el Día de San Valentín.
Pero navegando por Internet he encontrado esta curiosa información que no he podido resistir compartir con vosotros.
Las primeras tarjetas de San Valentín datan del año 1842. En Estados Unidos, empezaron a venderse los primeros valentines, nombre con el que son conocidas esta tarjetas. Incluso, ya tenían su característica forma de corazón o de Cupido. Se regalaban también rosas a las personas amadas.
Es verdad lo que se suele decir.
¡Nunca te acostarás sin saber algo nuevo!

domingo, 22 de noviembre de 2015

ARGUMENTO DE "LA PETICIÓN"

Hola a todos.
Os traigo con el argumento de uno de los relatos que tengo aquí colgados.
Se trata de La Petición. 
Es un relato más bien breve. Transcurre en una pequeña isla inglesa a finales del siglo XVIII y tiene muchos tintes románticos.
Cuenta la historia de Christine, una joven a la que la moribunda esposa de su primo Ian le pide un curioso favor. Que le busque esposa a su marido una vez que haya terminado el periodo de luto. Christine se vuelca en la tarea de buscarle a Ian la mujer ideal para él.
¿O esa mujer está más cerca de lo que todos piensan?
Dentro de unos días, os hablaré más detenidamente de esta historia porque tengo planes para ella.

sábado, 21 de noviembre de 2015

UNA FOTO DE LOS AÑOS 70

Hola a todos.
Navegando por Internet, me he encontrado con esta foto.
Es ésta que os dejo a continuación:



No niego que siento una gran fascinación por la década de 1970. Me encanta ver fotos en las que aparecen mis padres y mis padrinos siendo más jóvenes. Los peinados ondulados de ellas...Las patillas de ellos...Los pantalones de campana...Las faldas escocesas...
¡Me encanta ver esas fotos!

viernes, 20 de noviembre de 2015

¿QUÉ BUSCAMOS?

Hola a todos.
Siempre he pensado que el ser humano se hace varias preguntas. La primera de esas preguntas es quiénes somos.
Buscamos la respuesta en nosotros mismos. En nuestros orígenes...Es una pregunta que puede tener una fácil respuesta. Sin embargo, en ocasiones, la respuesta no aparece así como así.
Una vez que descubrimos quiénes somos, nos preguntamos hacia dónde vamos. ¿Qué queremos hacer con nuestras vidas?
Tenemos una meta muy clara en nuestras vidas. Sin embargo, en otras ocasiones, no tenemos tan claro lo que queremos. El futuro puede dar miedo.
No es una exageración. El futuro abre ante nosotros un amplio abanico de posibilidades.
Nadie posee el don de la clarividencia. No podemos averiguar lo que nos depara el día de mañana. Puede ocurrir cualquier cosa. Podemos fantasear con nuestro futuro. Podemos soñar con lo que queremos ser el día de mañana.
Y esos sueños pueden hacerse realidad. O pueden truncarse. Hablo por experiencia. Tengo muchos sueños truncados.
Siempre he tenido una meta muy clara en la vida. Siempre he soñado con ser escritora.
¿He logrado lo que quería? De momento, estoy en ello. No he logrado realizar ninguno de mis sueños. Al menos, no he alcanzado mi meta. ¿Llegaré a alcanzar mi meta algún día? Eso no lo sé. Puede que nunca haga realidad mi sueño. Puede que nunca alcance mi meta. Un nuevo año está a punto de terminar.
¿Qué ocurrirá el año que viene? Eso no lo sé.
Centrémonos en el título de la entrada. ¿Qué buscamos?
Todos tenemos un sueño. En ocasiones, algo puede ocurrir. No podemos alcanzar nuestras metas.
Entonces...¿Qué podemos hacer?
¿Existe un plan B? Puede sonar descabellado. ¡Un plan B para los sueños! No puede ser.
¿O sí? No he tenido nunca un plan B. Siempre he soñado con ser escritora. ¿Es posible que esté desperdiciando mi vida por tener este sueño?
Yo no lo creo. A veces, me siento tentada a renunciar a este sueño. Sin embargo, pienso en lo que he logrado. No he conseguido gran cosa.
Pero me siento contenta con cada pequeño paso que he dado. Estoy contenta con mis blogs. Estoy contenta con todos los relatos que compartido con vosotros. Estoy contenta por todos los relatos que han visto la luz. Relatos que he escrito.
Estoy contenta con cada historia que he terminado. ¿Qué es lo que busco? Seguir así.
Llevar una vida tranquila. Poder seguir escribiendo. Hacer realidad mi sueño.
Lleva su tiempo. Lo sé. Poco a poco, se van recogiendo los frutos del esfuerzo.
Puedo decir que sí, que estoy contenta. ¿He encontrado lo que buscaba? De momento, estoy en ello.
¿Haré realidad mi sueño algún día? Llevo unos cuantos fracasos acumulados.
El fracaso te puede destrozar. Pero también te puede hacer más fuerte.
Tienes dos opciones. Te puedes rendir. O puedes seguir luchando. He tenido muchas dudas. Pero, de momento, sigo aquí.
Sigo escribiendo. ¡Y me siento muy feliz escribiendo! Es eso lo que debe de importar. Hacer lo que nos hace más felices.
Y yo soy feliz así.

lunes, 16 de noviembre de 2015

BORRADO "LA NOVIA"

Hola a todos.
En estos días, veréis cómo desaparece de este blog mi relato La Novia. 
No os asustéis. Mi intención es hacer algo con esta historia. ¿Qué es lo que va a pasar?
¿Me atreveré a dar un paso y publicarla? ¿Autopublicarla? ¿Lo que sea?
He estado pensando mucho en estos días sobre lo que voy a hacer. Sobre lo que quiero hacer. Os diré una cosa. Le tengo terror al fracaso.
Me ha ocurrido antes. Me puede volver a ocurrir.
Pero los años pasan. Me estoy haciendo vieja sin darme apenas cuentas. No quiero mirar hacia atrás y seguir arrepintiéndome de ser una cobarde. ¡Me he cansado de serlo!
¡Iré a por todas!
Lamento de corazón las molestias.
¡Mil gracias a todos por estar ahí siempre!

sábado, 7 de noviembre de 2015

SER UNO MISMO

Hola a todos.
No sé si he mencionado este asunto en alguna entrada anterior. Si es así, pido perdón por repetirme.
Pero hay cosas que es bueno que se recalquen. Me ha costado trabajo aceptarme a mí misma. Me ha costado mucho trabajo asimilar que soy como soy. Y debo de decir una cosa. ¡Me gusto a mí misma! Me gusta las cosas que hago. Me gusta las cosas sobre las que escribo. Me gusta las cosas que veo en la tele. Me gusta la música que escucho.
¡Las cosas que hago las hago porque me gustan! Puede sonar algo rebuscado.
Pero a todos nos gustan cosas diferentes. Somos diferentes en muchos aspectos.
No estoy hablando sólo de diferencias a nivel físico. Tenemos caracteres diferentes.
Nuestras maneras de pensar son distintas. Lo que nos puede hacer reír, a lo mejor, a otra persona no le gusta. Lo que nos emociona, a lo mejor, a otra persona no le conmueve. Y puede pasar lo mismo. A mí hay cosas que no me hacen ni pizca de gracia. Pero hay cosas que sí que hacen que me parta de la risa. Como, por ejemplo, una escena de El Gran Dictador. 
La escena en concreto es la llegada de Napoloni a Tomeinia. Ese momento en el que el tren va de un lado a otro y tira a Napoloni y a su mujer al suelo me pareció el mejor momento de todo el film. O cuando Napoloni y Hinkel se tiran comida en plena discusión. Me gustó más que el momento Bola del Mundo.
Me gusta toda clase de música. Me gusta escuchar a Marilyn Manson. Me gusta escuchar a Lady Gaga. Me gusta escuchar a Meghan Trainor.
Todo lo que sea agradable para mis oídos me gusta escucharlo. Y, sí, me encanta leer novela romántica. ¡Es mi pasión!
Me gusta tomarme una taza de Cola-Cao por las mañanas para desayunar. Me gusta que llegue el frío.
Es más. Prefiero el frío al calor. Me gusta taparme las piernas con una manta. Buscar algo que me sirva de soporte.
Y ponerme a escribir. A ser posible, al lado de la estufa.
Me gusta escribir sobre lugares pequeños. Pienso que son más interesantes que los lugares grandes. Me gusta leer novela romántica histórica.
Me gusta escribir relatos románticos de época. Me gusta tener puesto algún vídeo interesante de Youtube mientras escribo.
Me gusta leer poesía. Pero soy un desastre escribiendo versos. Es algo que no voy a negar. Todos conocemos nuestras limitaciones.
No serviría para escribir una novela romántica actual.
Somos distintos.
Pero todos somos especiales. Hay algo en nosotros que nos hace únicos. Que hace que seamos esenciales. Nos gusta ser como somos. Nos gusta ser especiales.
El ser todos iguales debe de ser aburrido. No habría variedad. Seríamos clones los unos de los otros.
Seamos distintos. Seamos originales. Seamos leales a nosotros mismos. ¡Es maravilloso! ¡De verdad que sí!

  

viernes, 6 de noviembre de 2015

LO QUE NO ES EL AMOR

Hola a todos.
Aquí os traigo un nuevo relato corto.
Espero que os guste. Más que un relato romántico, es un relato de corte sentimental y dramático
Espero que os guste.
Se titula Lo que no es el amor. Y, aunque transcurre en un periodo de tiempo un poco más reciente, es de época.

LO NO QUE ES EL AMOR

                              El año 1950 está a punto de finalizar. 
                              Vivo en la tranquila islita de Iffley Meadows. 
                              ¡Qué curiosa es la vida! 
                              Me asomo por la ventana de mi habitación. No puedo quejarme de la vida que llevo. Lo cierto es que transcurre sin sobresaltos. 
                               Hace unos seis meses que me casé. Todas mis amigas se quejaron cuando les conté que iba a casarme. 
                               Mi marido llega a casa por las noches. Durante el día, me dedico a hacer lo que me está permitido, en teoría. Me meto en la cocina a preparar toda clase de dulces. Leo libros de cocina con frecuencia. 
                               No recibo muchas visitas de las vecinas. De hecho, tengo la sensación de que soy una extraña. Nací en la ciudad de Oxford. Pasé allí toda mi niñez y toda mi adolescencia. En estos momentos, acabo de cumplir veinte años. 
-¿De verdad eres feliz?-me pregunta una de mis primas cuando me telefonea. 
                             El nombre de mi prima es Eve. Yo me llamo Karen. 
-Soy una mujer feliz con el hombre con el que me he casado-le respondo-Te lo digo en serio. 
-No se te ve nada contenta-observa Eve. 
-Hazme caso. 
                            Los recuerdos acuden a mi mente. Recuerdo ir a casa de Eve. Sentarme con ella a la mesa del comedor. Dar cuenta cada una de una taza de té. Las dos hablamos durante horas. Nos reímos a carcajadas. 
                             Aquel hombre apareció de pronto en mi vida. Apenas lo conocía cuando me casé con él. Hay quién dirá que pequé de impulsiva. Siempre he sido muy impulsiva. 
                             Me besó cuando estábamos paseando por High Street y yo pensé que había encontrado al hombre de mi vida. 
                              Algunos domingos, mi marido alquila una barca. Damos un paseo por el río Támesis. No me pregunta, ni siquiera en esos momentos, cómo me ha ido el día. Pero me siento obligada a preguntarle cómo le ha ido el día a él. Otras veces, guardamos silencio mientras el barquero silba. 
                              Ha empezado a llover. 
                             Escribo estas líneas en mi diario. Fue Eve la que me regaló este diario hace unos años. Miro las anotaciones que hice años antes, cuando finalizó la guerra. Intentaba mirar hacia el futuro con gran optimismo. 
                            Las gotas de lluvia golpean los cristales de la ventana de mi habitación. 
                            Escucho cómo el viento azota los árboles. Siento cómo las lágrimas ruedan sin control por mis mejillas. ¿De verdad soy feliz en mi matrimonio? Recuerdo una frase que me dijo Eve cuando anuncié que me iba a casar. 
-Te casas porque piensas que te vas a quedar soltera-afirmó. 
                          Ignoré aquel comentario. Ahora, pienso que Eve tiene razón. 
                         ¿Qué debe de ser el amor? El amor tiene que ser compañerismo en una pareja. Necesito sentir que mi marido me apoya. Que se preocupa por mí. Pero no me quiere escuchar cuando deseo contarle algo. Como que me siento asfixiada sin poder salir de esta casa. Que siento que valgo más que para elaborar dulces. 


                                 Después de cenar, nos quedamos un rato en el saloncito de nuestra casa. Mi marido acostumbra a fumar en pipa. He llegado a odiar el olor que deja su pipa en el saloncito. Se dedica a leer The Times mientras está sentado en un sillón. Yo permanezco sentada en el otro sillón. Me dedico a coser. O a bordar. O a tejer. 
-¡Me alegro de que las cosas vayan mejor!-exclama mi marido-Inglaterra está demostrando que puede salir de otra guerra. ¡Somos una gran nación! 
                              Cuando entra en casa, me da un beso corto en los labios. 
                              Yo tengo que contener las ganas que tengo de ponerme a gritar. 
-Me alegro-murmuro con desgana. 
                              De momento, no me he quedado embarazada. ¡Ojala no tenga nunca hijos! Soy hija única. No tengo hermanos. 
                            Mi padre nació en Nueva York. Pero llegó hace unos años a Inglaterra. Toda su familia había muerto en el naufragio del Titanic. Es lo que me han contado. 
                            También me han contado que mi bisabuelo era un proxeneta del East End. ¡Toda una joya! Mi padre es hijo único y ha tardado mucho tiempo en casarse. Parece más mi abuelo que mi padre. 
                           No sé el porqué estoy contando esto. 
                           Quizás, se deba a que necesito desahogarme. 
                           No tengo amigas en esta tranquila islita. Reconozco que el lugar en el que vivo es muy bonito. Me gustaría quedarme aquí para siempre. Hay pocos vecinos y yo detesto las aglomeraciones. En ese aspecto, no tengo quejas. 
                           Ayer, estuve en el jardín. 
-¡Ya están floreciendo los iris que planté hace unas semanas!-le conté a mi marido. 
-Querida, no me cuentes nada-me cortó él-Me duele mucho la cabeza. Ha sido un día de locos. 
-Lo siento. 
                          Cuando estoy en la cama y él me estrecha entre sus brazos para besarme con ardor no siento nada. 
                          Tengo una criada que me ayuda a limpiar la casa. Un jardinero se encarga de arreglar el jardín dos veces por semana. La mayor parte del tiempo no sé qué hacer. 
                            Sólo espero a que mi marido aparezca y me dé un beso suave en los labios a modo de saludo. 
                            Me siento frustrada. 
                            He empezado a vestir igual que una anciana. Ya se han terminado para mí vestir con colores alegres. Debo de llevar mi cabello recogido en un moño. 
                           Mi marido me da un beso suave en los labios cuando se marcha a trabajar. ¿Trabaja? ¿En serio está trabajando? Ya no salimos juntos a ningún sitio. Él se va con sus amigos varias noches a la semana. Viene tarde. También viene borracho. Prefiero no contar lo que hace en esas noches. 
                          Tengo que aprender a vivir esta vida. Tengo que aprender a intentar llevarme bien con mi marido. De momento, estoy haciendo lo que se espera que haga una mujer casada. 
                           Me digo a mí misma que las cosas pueden cambiar a mejor. Mi marido acabará convirtiéndose en el hombre cariñoso que siempre he soñado. 
                             Pero es un hombre hosco y poco hablador. No quiere que le acompañe cuando sale con sus amigos. No quiere saber nada de lo que me pasa. Y yo siento que lo que no hay en este matrimonio es amor. No hay amor. Y me siento asfixiada. 

FIN

lunes, 2 de noviembre de 2015

LAUREN

Hola a todos.
Aquí os traigo una de mis historias.
La protagoniza un personaje de mi novela El amante de lady Margaret. Se trata de Lauren, la prima y mejor amiga de Margaret, la protagonista.
¿Qué le ocurrirá a Lauren?
¡Vamos a descubrirlo!

LAUREN

ISLA DE OSNEY, EN EL RÍO TÁMESIS, A SU PASO POR LA CIUDAD DE OXFORD, 1941

                           Odio estar en guerra, pensaba lady Lauren Morgan-Barry. 
                           Se sentía rara viviendo en aquella isla. Había pasado un año desde que su prima Margaret se casó con el heredero de la mansión que había allí, Trevor. 
                            Vivía con ellos desde entonces. La boda había sido muy sencilla. Se habían casado por el juzgado. No había sido una boda nada ostentosa. Más bien, se habían casado a toda prisa. Lauren quería otra cosa para ella. 
                            Si es que se casaba algún día. Solía dar paseos sola por aquella isla. Sabía que la calma se iba a romper en cualquier momento. 
                            La sirena seguía sonando con frecuencia. 
                            La guerra proseguía. Y ella no podía permanecer ajena a ella. A principios de aquel año, el amor llegó a la vida de Lauren. Fue algo totalmente inesperado. Cada vez que pensaba que no se iba a enamorar, Lauren sentía el deseo de echarse a llorar. Deseaba amar como su prima Margaret amaba a su marido Trevor. 
                            Les veía profundamente enamorados. ¿Por qué no había sido capaz de encontrar el amor? Escuchaba radionovelas que emitían por las tardes. Incluso, en los programas que veía en la televisión, había parejas de enamorados. 
                            Hacía algún tiempo que no iba al cine. La última película que vio fue El Mago de Oz. Por suerte, no había romanticismo alguno en aquella historia. De haber habido una historia de amor entre Dorothy y el Espantapájaros, probablemente habría salido del cine gritando. Se lo decía a Margaret mientras escuchaban la radionovela. Su prima estaba tejiendo un par de patucos de color rosa. Acababa de enterarse que estaba esperando un hijo. 
-Puede que dé a luz a una niña-le comentó a Lauren-Trevor sólo espera que nazca sano. 
                          Él estaba ilusionado desde que supo que iba a ser padre. 
                           Lauren también deseaba tener un hijo. Pero el tiempo pasaba. 
                          Entonces, aquel joven apareció en su vida. Tenía el nombre más raro que jamás había oído. Se llamaba Eros. Era oriundo de Italia. 
                          Había llegado a Inglaterra huyendo de Mussolini. Decía que era tan psicópata como lo era Hitler. Lauren sabía que Eros tenía razón. 
                           Aquel joven no se parecía en nada a los caballeros que Lauren había conocido. 
                           Venía de una familia más bien humilde. Sus padres habían trabajado en el campo. Luego, habían emigrado a la ciudad. Tenía siete hermanos. 
                            Él era el cuarto de ellos. Eran cuatro chicos y tres chicas. Uno de sus hermanos había muerto combatiendo en la frontera con Francia. 
                            De todos los hermanos, Eros era el único que había ido a la escuela. Sabía contar. Era muy bueno con los números. Trevor lo contrató como administrador. 
                            Pocas semanas después de su boda con Margaret, el administrador de Trevor se despidió de él. Era un hombre de unos setenta años de carácter afable. Su vista se estaba resintiendo. No podía seguir trabajando. 
                          Trevor no podía pedirle que se quedara. 
                          Le dio mucha pena tener que despedirse de él. Algún tiempo después, apareció Eros. Era un joven de carácter afable y abierto. Tenía la misma edad que tenía Lauren. Los dos simpatizaron nada más conocerse. El joven hablaba con nostalgia de su familia. Lauren sabía lo que era perder a un ser querido. Había llorado la muerte de sus padres. Cuando era pequeña, murió su hermana pequeña, Abby. Le gustaba reunirse en el despacho para hablar con Eros. Él siempre la recibía con una sonrisa en los labios. 


                               Eros poseía un porte elegante. Hablaba el inglés de manera atropellada. Y era realmente educado. Lauren disfrutó enseñándole a hablar inglés. A cambio, él la enseñó a hablar italiano. Margaret solía bromear con su prima. 
-Cualquiera diría que estás enamorada de él-apostilló una noche. 
                            Estaban sentadas en el sofá viendo la televisión. 
                           Trevor estaba con ellas. Apagó la televisión. Iba a empezar un noticiero sobre la guerra. Margaret sufría al verlo. 
-¡No estoy enamorada de él!-afirmó Lauren-¿De dónde te has sacado tú tal afirmación?
-Siempre estáis juntos-contestó Margaret-Te gusta estar con él. Incluso, te brillan los ojos cuando hablas de él. 
-¡Apenas le entiendo cuando me habla! 
-Él te entiende cuando le hablas en italiano-intervino Trevor, sonriente-Sabes hablar muy bien su idioma. 
-Bueno...-se sonrojó Lauren-Una persona tiene derecho a saber idiomas. 
-Y Eros se distrae en cuanto te ve. Le brillan los ojos cuando le diriges la palabra. ¿No te has dado cuenta? 
                          Lauren no se creía nada de lo que Trevor y Margaret decían. En su opinión, se trataba de un simple error. ¿Cómo iba a estar enamorada de Eros? De pronto, se sorprendió así misma pensando en él. 
                          Le buscaba por toda la mansión para estar con él. Necesitaba escuchar el sonido de su voz. 
-Signorina Lauren...-le decía con cariño-No me distraiga de mi trabajo. Pero...Por usted, puedo dejar esto a un lado. 
                           Él también la buscaba por la mansión para estar con ella. La acompañaba en sus paseos por la isla. Le gustaba sentarse a su lado en el sofá para oír juntos la radio. O para ver la televisión. Era un disparate, pensaban ambos. Venían de mundos opuestos. Pero la guerra se había empeñado en unirles. Lauren se lo dijo una tarde mientras paseaban por la orilla del río Támesis. 
                          Le preguntó si pensaba regresar a su Bérgamo natal. Sabía que Eros añoraba su hogar. 
-Usted podría regresar conmigo, signorina Lauren-le propuso-Le gustaría vivir en Bérgamo. Es una ciudad molto bella. ¿Ha paseado por la Plaza Vieja? ¿Ha visto el Palacio de la Razón?
-No los conozco-contestó Lauren.
-Yo jugaba cuando era piccolo en la Plaza Vieja con mis hermanos.
-Los echa de menos. Se le nota cuando habla.
                             Eros había considerado la idea de unirse a los partisanos. Quería luchar por liberar Italia del fascismo. No sabía lo que estaba haciendo en Inglaterra. Sentía que había cometido un error al seguir los consejos de sus padres. Ya habían perdido a un hijo en el frente. No querían perder a otro hijo. No sabía qué era lo que le retenía en aquella apartada isla inglesa. Había llegado a trabar una buena amistad con Trevor. Margaret le parecía una mujer encantadora.
                          No se iba de allí por Lauren. Lauren era quién le retenía en aquella isla. No entendía cómo una joven como ella todavía seguía soltera.
                           Era algo que escapaba a su entendimiento. Era encantadora. En todos los aspectos...
                           No entendía el porqué seguía soltera. Todas sus hermanas estaban casadas. Dos de ellas ya eran madres.
                           Pero Lauren todavía no se había casado. Hablando con Margaret, Eros se enteró de que Lauren nunca antes había estado enamorada. ¿Y qué le ocurría a él?
                           Me he enamorado de ella, pensó.
                           Aquel pensamiento pasó por su mente de manera espontánea. Pero había nacido de su corazón. Le hizo apartar la vista del libro de cuentas que estaba revisando.
-¿Qué ocurre?-le preguntó Trevor.
-No me ocurre nada, signor-respondió Eros-Sólo estaba pensando en la signorina. 
-¿Te gusta la prima de mi mujer? No lo niegues. Existe una gran complicidad entre vosotros.
-¡Es una locura! ¡No podría ocurrir nada entre nosotros!
-Los tiempos han cambiado. La gente quiere vivir porque tiene miedo a morir. No sabemos lo que podría ocurrir mañana.
                           Aquella tarde, la sirena sonó más cerca. Los silbidos de las bombas que lanzaban los aviones alemanes eran cada vez más cercanos.
                            Trevor abrazó a Margaret cuando llegaron al sótano.
                            Lauren estaba histérica. Lo único que hacía era gritar y llorar de pura desesperación. Estaba convencida de que las bombas iban a caer sobre la mansión. ¡Iban a morir todos!
-¡No va a pasar nada de eso, signorina!-le prometió Eros, desesperado-¡Créame!
                            Y la abrazó con fuerza.
                             Algo entre ellos cambió a partir de aquel momento.
                             Lauren no supo qué era lo que había pasado exactamente entre Eros y ella. Aquel joven la había consolado cuando más asustada estaba. Le había dado valor para enfrentarse a una situación difícil. Dejó de llorar en cuanto él le habló. Dejó de sentir miedo. Eros estaba cerca de ella. Nunca le dejaría sola. A pesar de que, antes o después, debía de volver a Bérgamo.
                            Todo se precipitó una tarde.



                             Eros se atrevió a besar a Lauren en los labios por primera vez. Ella correspondió a aquel beso poniendo todo su corazón en él.
                              Estaban en el jardín cuando ocurrió. Lauren le estaba enseñando unas margaritas que había plantado tiempo atrás. Ya habían florecido.
                               Vio a Lauren tan radiante que Eros se olvidó de todo.
                               Una tarde, mientras daban un paseo por la orilla del río Támesis, Eros decidió dar un paso más.
-Me he enamorado de usted, signorina-le confesó con dulzura.
-Quiero que sepa que correspondo a sus sentimientos-le confió Lauren, ruborizada.
                                Eros le cogió la mano y se la besó.
                                Había visto en varias ocasiones a Trevor besar la mano de Margaret.
-Me gustaría que se viniera conmigo a Bérgamo-prosiguió el joven, emocionado-Cuando acabe esta guerra. No sé cuándo ocurrirá. Pero no debe de durar más tiempo. Todos estamos sufriendo mucho. De algún modo, todo ha cambiado.
-Tienes razón-admitió Lauren, atreviéndose a tutearle por primera vez-Todo ha cambiado. Y me gusta que nada siga igual.
                              Eros apretó con suavidad la mano de la joven.
                               Su boca buscó la boca de ella. Los dos se fundieron en un beso largo y profundo. Un beso que estaba cargado de amor y de esperanza a la vez.
                                Fue a la noche siguiente cuando Lauren se armó de valor y fue a la habitación de Eros.
                                Los dos yacieron sobre la cama del joven.
                                Lauren se entregó a Eros.
                                Se sintió protegida al estar entre sus brazos. Le devolvió a Eros todos los besos cargados de pasión que él le dio. Le devolvió todas las caricias que recibió de sus manos y de sus labios.
                                 A partir de aquella noche, Lauren iba al cuarto de Eros.
                                 Disfrutaba al sentir cómo él besaba con arrebato su cuello.
                                 Los dos sabían que la guerra terminaría antes o después y vivían con aquella esperanza. Una esperanza que iba unida al amor que ambos se profesaban.

FIN